viernes 26 de abril del 2024

Me hago geisha por un número 9

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Los números 9 son mi debilidad. Por un buen número 9 me pongo de rodillas. Pero el número 9 tiene que ser épico o sino no será nada. Por eso, pero en realidad por mucho más que eso, creo que Martín Palermo tiene que estar convocado en la selección nacional.

Hoy leí que Diego lo llamó para felicitarlo por su récord como mayor goleador de la historia de Boca y le dijo: “Mirá que te estoy siguiendo como a los otros delanteros”. Sentí el frío de la cachetada. Luego, Palermo -a quien le debemos estar adentro del Mundial- decía: “Me tiene en cuenta pero no me confirmó nada”. Yo no sé si en estas instancias los jugadores elegibles, aún contando con información privilegiada, alimentan el misterio o guardan las formas, pero si el tipo estuviera seguro de que entra al Mundial se calla la boca. Y Maradona me sonó ingrato.

Por ahí ustedes dicen que estoy siendo sentimental. Mujer tenés que ser o algo por el estilo. Pero yo no me olvido de esa noche de lluvia en que Martín nos hizo resucitar de entre los muertos cuando Perú -¡Perú!- nos tenía contra las cuerdas. ¿Se acuerdan? Diluviaba en el Monumental y al sueño mundial se lo llevaba el agua cuando Martín demostró que 15 segundos son tiempo suficiente y festejó con los brazos hacia el cielo y nos salvó la vida.

Ahora que a los expertos de fútbol les importan los abrazos no me digan que esa noche no le hubieran dado un beso en la boca. En el fútbol no alcanza el imperio del talento y a veces es el imperio de la voluntad con alma el que mueve la pelota y ve el gol donde nadie ve nada. Esperen. Esto no es una apología del héroe. Sé que está difícil y superpoblada la lista de posibles delanteros y que no se los puede llevar a todos. Se los voy a confesar. Hasta hace poco yo temía que la Selección tuviera una delantera de bichos bolita. Y no me digan que la cuestión del tamaño es un tema menor porque no se los creo.

Hoy tenemos un abanico de opciones. Es verdad. Higuaín en un gran momento, Milito empujando con goles, Tevez jugandole al mundo de igual a igual y la lista sigue. Pero no me digan que el mejor cabeceador del mundo según la FIFA, se tiene que quedar sólo por el falso esteticismo según el cuál no hace goles vistosos o por el trauma reduccionista de que sólo funciona en Boca y el prejuicio vencido según el cual en la Copa America del '99 pifió tres penales frente a Colombia.

Yo que soy de Vélez todavía tengo en la memoria ese gol que nos hizo a 35 metros dejando desorbitado al prolijo Montoya y provocándome sentimiento de culpa porque me dolía el arco propio pero me exaltaba el visionario. ¿Justo nos tuvo que hacer este gol a nosotros?, decía esa tarde. Pero al mismo tiempo sentía esa cosa patriótica de pertenencia porque Palermo es un bien de la república, y había vuelto a convertir el gol imposible. Al gol imposible hay que verlo, hay que esperarlo. No importa si le pegás chanfleado a la pelota, importa que agarrás el segundo perfecto en la matrix para inflar el arco como dice él y punto. Gol, gol, gol en mi cabeza hay un gol.

Pero volviendo a la cuestión de la altura. Me niego a una selección sin un par de nueves grandotes. El vacío que dejó el Bati todavía es un terreno baldío y eso es un hecho. Ya no tenemos el lujo de pelear si Crespo o Batistuta y yo no me quiero perder la esperanza de Palermo haciendo magia. Esta tarde me tomé el tiempo de averiguar la altura de los defensores que nos esperan en el grupo que nos mandó la suerte. Joseph Yobo de Nigeria, defensor, mide 1,83 metros de altura; Danny Shittu de Nigeria, defensor, mide 1,91 metros; Jung-soo Lee de Corea del Sur, defensor, mide 1,85 metros; Tae Hwi Kwak (si Cuac) de Corea del Sur, defensor, mide 1,85 metros; Vasilis Torosidis de Grecia, defensor, mide 1,88 metros; y Sotiris Kyrgiacos de Grecia (con nombre de laxante), defensor, mide 1,93 metros. Estos monos son las grandes barreras que se les presentarán a los delanteros argentinos.

¿Qué harán los bajitos para cabecear? ¿Metérseles por debajo de las patas? Viendo y considerando estos datos métricos, siento íntimamente, muy íntimamente, que estamos en el horno si no llevamos a un delantero como Martín de 1,89 metros, para jugadas de pelota parada o tiros de esquina, ya que no tenemos otro jugador para  hacerle frente a semejantes grandotes con ganas de comernos al asador. Cinco, 15 o 20 anotaciones pueden ser circunstanciales, pero 286 goles en partidos oficiales durante su carrera no son pavada. Evidencia y que conste en actas. Yo no menosprecio al resto. Sé que Palermo está más cerca del retiro que de otra cosa y que los otros pibes pasan por su gran momento pero si tengo que bajar a alguien del bondi no lo bajo a Martín. Bajálo a otro si tenés…, agallas.

A mí no me gusta el Kun. Me parece reemplazable. Pero yo no soy nadie y menos su suegro. Este es el momento heavy re jodido de la columna. Nunca le metería presión a Maradona. A Dios se le reza. Yo le rezo. ¿O acaso él no tiene el poder? Es la última oportunidad que tiene el goleador histórico de Boca para jugar una Copa del Mundo. Y yo lo quiero. Lo quiero haciéndome sentir que los milagros existen. Pensándolo loco como siempre. Si al final los genios son los locos de la víspera como dicen por ahí. Si lo demostró con el optimismo de la voluntad que le mueve las patas por inspiración divina. Yo lo pongo en el Olimpo y que no se les ocurra bajarlo. Por ahí me hago demasiado problema y la cosa no se discute porque nadie sería tan ingrato. Pero como uno va mamando desilusiones mejor lo digo. Yo puedo ser una lady y hasta una geisha por un ratito, pero no me pidan que para hablar de fútbol me ponga el kimono. Sólo lo haría por un número 9.

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