viernes 26 de abril del 2024

Figal, Erviti y un silencio atronador

Hubo dos nuevos casos de doping positivo por diuréticos. Qué produce esta sustancia y el desconocimiento de los jugadores.

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Fruto de una insospechada casualidad, el tema doping recobró protagonismo en la agenda mediática, justo en la misma semana, en la que el partido por la punta del campeonato (Estudiantes vs Boca) termina sin controles y el árbitro (Silvio Trucco) declara que es la primera vez que le pasa en su carrera arbitral. En menos de 72 horas, dos nuevos casos de dopaje salieron a la luz: uno el ámbito local, por un corticoide (Emanuel Molina de Atlético Tucumán), y el más grave, en el plano internacional, por un diurético. Dos casos que corren por fuera de la habitualidad del positivo por “droga social” que ya nos tiene acostumbrados.

Es archiconocido que la relación espuria entre el deporte y el diurético data de largo tiempo pero llamativamente, en estas últimas semanas, se puso de moda en el fútbol argentino y pocos parecen estar preocupados. Los casos de Fernando Barrientos (Lanús), ante Nacional de Montevideo, y de Nicolas Figal (Independiente), ante Alianza Lima, abren un manto de sospecha importante: por frecuencia (dos en menos de un mes) y por sustancia.

El término diurético proviene de “diuresis”, del griego “διουρησις” (diourēsis): forma de “διουρειν” (dioureun), que significa orinar. Para ser claro, diurético es toda aquella sustancia que estimula el proceso de secreción y eliminación de orina, desde su formación en el riñón hasta la micción. Como toda función general del organismo, hay hormonas que se encargan del proceso: en este caso, regular la densidad y cantidad de expulsión de orina diaria (de 1.000 a 1.500 mililitros) adecuándose a las necesidades de individuo.

El diurético, de por sí, no ejerce un estímulo directo en la prestación físico deportiva pero está prohibido por dos motivos. Por un lado, puede ser una ventaja competitiva en los deportes por categorías de peso (no es el caso del fútbol): porque aumenta la eliminación de líquido, lo que permite un descenso más marcado al momento del pesaje y alcanzar el límite permitido (al discontinuar el medicamento, el peso anterior se recupera rápidamente con la ingesta de líquido). La otra causa que justifica su prohibición es general y atañe a todos los deportes. Uno de las funciones “non sanctas” del diurético es facilitar la eliminación de otras sustancias que podrían brindar una mejor prestación atlética, una especie de “depuración del torrente sanguíneo y la orina”.

En el mundo del fútbol, no son muchos los jugadores capaces de citar alguno de los cientos de diuréticos que existen en el mercado y, menos aún, de identificar alguna de sus varias familias: “inhibidores de la reabsorción de sodio”, en “osmóticos”, “inhibidores de la anhidrasa carbónica”, etc. Probablemente, la gran mayoría ni siquiera sepan para qué sirven y tampoco tendrían por qué saberlo porque una costumbre extendida entre los futbolistas es la de no automedicarse (bajo ningún concepto): hábito que se exacerbó en los últimos meses con el cambio de régimen del control antidoping y los positivos no esperados por OXA B12.

“Nunca supe que pasó en realidad. Jamás tomé nada por fuera del club. El control nos dio positivo por un diurético, a Walter (Erviti) y a mí, en un partido por Copa Libertadores ante Internacional (BRA). Afortunadamente me tocó con él, que me dijo que me quedará tranquilo que no me iba a dejar sólo y por eso creo que no nos suspendieron: si me hubiese tocado con alguien con menos peso, no sé qué pasaba” cuenta entrevistado especialmente para esta columna Federico Sardella, actual jugador de Almagro, sobre su episodio de doping en 2010, mientras jugaba en Banfield.

En líneas generales, el futbolista es una persona sumamente desconfiada en cuanto a su dinero, pero extremadamente relajada en cuanto a su cuerpo. Si alguien de su confianza le dice “vení e invirtí en este emprendimiento”, antes lo analizará detenidamente; pero frente a un profesional cercano que le diga, “tomate esto que te va a hacer bien”, acepta sin grandes inconvenientes. En cuanto a su cuerpo, el futbolista deposita completamente su confianza en el cuerpo médico del club o en profesionales conocidos y recomendados por sus allegados (léase, generalmente, representantes).

El Club Atlético Independiente, hace un par de días, dio a conocer una escueta declaración donde notifica el resultado adverso de Nicolás Figal, comunica que ejerce su potestad de solicitar a la Organización Mundial Antidopaje (WADA) el análisis de la contramuestra e informa que corre una sanción provisoria para el futbolista, hasta tanto se defina su situación. Posteriormente, no hubo declaraciones ampliatorias por parte de algún representante del club o del jugador. Poco se sabe al respecto, ni siquiera se dio a conocer el nombre de la sustancia encontrada.

“Estaba de vacaciones y Julio (Falcioni) me llama para decirme que salió mal mi último control antidoping. “Sí no tomo ni una Coca Cola, cómo me va a dar positivo” le dije. Fui a ver al presidente (Carlos Portell) y le pedí que alguien se hiciera cargo. “Walter, no lo hagas tan público, porque lo queremos resolver por lo bajo para que no te sancionen”. Yo pretendía todo lo contrario: “Hablaré las veces que sean necesarias porque quiero que quede claro que no hice nada. Que salga un responsable y diga que se equivocó”. Sinceramente, no sé en qué momento lo consumimos ni cómo. Quiero creer que fue en alguna comida de un hotel; pensando siempre bien del club, que no me hayan dado algo sin que supiera. Esperaba que alguien se hiciera responsable, me pidiera disculpas y lo explicara públicamente. No pasó y quedé dolido” fueron las palabras de Walter Erviti, en una entrevista con Diego Borinsky, al recordar ese momento para la revista El Gráfico.

Casualmente, dos actores estuvieron presentes en Banfield y ahora están Independiente: Walter Erviti y el médico del plantel, Gustavo Ríos, que no hizo declaraciones hace siete años y, por ahora, tampoco se ha expresado sobre el tema del positivo en Independiente.

En lo que va del siglo XXI (desde la creación de la WADA hasta la actualidad), en cuanto sanciones por doping, se pueden marcar tres períodos de predominancia: en los comienzos donde la casi la totalidad de los casos fueron por drogas sociales (marihuana o cocaína), involucrando un problemática social que excede el fútbol; una segunda etapa relacionada con el cambio de laboratorio para el análisis (en Colombia, en lugar del Cenard), que derivó en una epidemia de positivos por OXA B12 y está tercera oleada: la del reverdecer de los diuréticos, que no se veían desde el siglo pasado. Considerar inocentemente su consumo, es engañarse. Los deportistas no deberían necesitar “ayudas” para ir al baño.