Periodista
Los que conocen a Pablo Toviggino dicen que no le gusta el fútbol. O, al menos, que no le gusta como le gusta a la mayoría de los dirigentes: su verdadera pasión son los caballos de equitación. Sin embargo, sabe muy bien que ninguna actividad ecuestre le hubiese permitido atesorar el poder que acumuló en el piso tres de Viamonte 1366: la casa de papel que gobierna Claudio Chiqui Tapia desde hace más de dos años.
Es paradójico: a Toviggino no lo reconocerían en casi ninguna cancha, pero es el hombre con más poder dentro de la estructura de AFA. A veces, incluso, se jacta de tener más poder que el propio Tapia, al que llama "comandante" a pesar de que se autopercibe como peronista. Un peronista con algunos manejos discrecionales más emparentados al viejo feudo provincial de la familia Juárez, que conoció de cerca, que a los valores de transparencia y ética que la AFA publicita cada vez que puede.
Con un cultivado perfil bajo y trabajando de la mañana a la noche en la oficina ubicada estratégicamente al lado de la de Tapia, Toviggino se convirtió en un hombre poderoso pero casi desconocido. "Es a Tapia lo que Marcos Peña es a Macri –sintetiza el presidente de un club–. El que le da vuelo político y herramientas técnicas a la presidencia".
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El apellido de Toviggino apareció esta semana luego de que la Conmebol decidió remover a Tapia del cargo que tenía en el Consejo de la FIFA. El organismo que dirige el fútbol sudamericano no perdonó la incendiaria carta que la AFA envió tras la eliminación de la Selección contra Brasil en la Copa América. Ese texto, firmado por el presidente, lo escribió Toviggino.
El trasfondo epistolar se visibilizó de una manera que evidencia el inicio de tiempos turbulentos en la AFA: fue a través de un editorial en el diario Clarín, firmado por el editor general Ricardo Roa. Nada es casual: es la respuesta del Grupo a la intención de Tapia de readecuar algunos contratos con Torneos –histórico socio de Clarín– y del pedido de inmunidad cada vez más frecuente del presidente a periodistas y empresarios de medios.
Alcances. Nacido en Rosario, dueño de campos y de un establecimiento dedicado a la actividad ecuestre, Toviggino es una rara avis dentro de la AFA: creció y subió sin tener una institución como referencia. Fue vicepresidente de Comercio Central Unidos de Santiago del Estero, un club sin sitio web, que no aparece en Wikipedia y que ni siquiera tiene teléfono, pero que le permitió llegar a la conducción de la Liga Santiagueña de Fútbol. Desde ahí ayudó a construir la plataforma que llevó a Tapia a la presidencia, y desde allí fortaleció su poder en el fútbol del interior hasta llegar a presidir el Consejo Federal de la AFA. El Consejo Federal, históricamente desdeñado por la crema de los clubes grandes y los otros de Primera, incluye 223 ligas, 3.500 clubes y más metros cuadrados que los de la Iglesia Católica. Su alcance es tan inconmensurable como el territorio argentino.
Audaz e inteligente, Toviggino fortaleció la construcción del interior mientras diluía –a través de la reestructuración de la Primera B Nacional– el poder de Ascenso Unido, el viejo grupo integrado por clubes metropolitanos que había respaldado la candidatura de Tapia.
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El presidente de Almagro, Julián Romeo, fue uno de los pocos que se opusieron a esa reforma. Casualidad o no, hoy tiene dos suspensiones y ni siquiera puede firmar contratos. "Mis pares viven aterrorizados y se someten a situaciones indignas", dice el presidente de un club de la Primera B Nacional que prefiere mantener su nombre oculto para evitar represalias. Daniel Ferreiro, ex vicepresidente de Nueva Chicago y vocero hasta hace semanas de Tapia, sumó otro de los episodios misteriosos: se alejó repentinamente de la AFA. Consultado por PERFIL, no quiso hablar de su decisión.
Santiago. El cargo formal que ostenta Toviggino en Viamonte es el de secretario ejecutivo de la Presidencia. Pero sus tareas cotidianas trascienden por mucho ese rótulo: además del Consejo Federal, se encarga de la administración de la AFA, de los ingresos y egresos, de los proveedores, compras, contratación de hoteles y pasajes aéreos. También, de movilizar ambulancias y policías en los miles de partidos que hay por fin de semana en el país.
Mientras Tapia se aboca a la Selección casi por completo, Toviggino se ocupa de todo ese mundo que implica gobernar el fútbol argentino. "Les dice a todos lo que quieren escuchar, pero hace lo que le parece", define un directivo.
Al mismo tiempo que Toviggino crece en la AFA, crecen los clubes de Santiago del Estero. Central Córdoba debutará este fin de semana en la Superliga, Mitre está consolidado en la Primera B Nacional y Güemes ascendió del ex Federal B al A en una final escandalosa que su rival, Social Achirense, pidió repetir. Esto sucedió unos días después de que se suspendiera por abandono la segunda final por el ascenso en el Federal A: los jugadores de San Jorge de Tucumán protestaron con una sentada y se retiraron en el segundo tiempo ante Alvarado de Mar del Plata. "Ya están determinados los que van a ascender. No me cabe ninguna duda de eso. Es lamentable lo que vivimos", se quejó Guillermo Bonnín, presidente de Social Achirense.
Aliado clave del gobernador Gerardo Zamora, quien tiene al director del Consejo Provincial de Vialidad, José Alfano, como presidente de Central Córdoba, Toviggino se atribuye el ascenso de ese club como propio. Nadie sabe si lo festejó. Lo que sí saben todos es que en la foto de los festejos, como casi siempre, él no estaba.
(*) Esta nota fue publicada en el Diario PERFIL.