jueves 05 de diciembre del 2024
Análisis

Novak Djokovic, el tenista que entiende del juego pero no de derechos

El serbio es una figura mundialmente conocida por su dominio con maestría de la raqueta de tenis al momento de impactar una pelota. La pandemia, mientras tanto, puso de manifiesto una faceta poco conocida: la de negacionista.

Desde abril del 2020, cuando el planeta se paralizó por la pandemia y el mundo del deporte dejó de funcionar, Novak Djokovic cobró un protagonismo inusitado como activista del movimiento antivacuna. En un chat por Facebook Live, con otros atletas serbios afirmó estar "en contra de la vacunación" y que "no querría que alguien lo obligara a vacunarse para viajar". Recorrer el mundo, raquetero en mano, es un condicionamiento obligatorio para realizar la actividad. En tiempos de coronavirus, el desafío es mayor.

Unos meses después, cuando la pandemia ya había causado estragos a nivel mundial, Djokovic organizó el “Adria Tour”, un supuesto torneo benéfico por las tierras de la extinta Yugoslavia que terminó convirtiéndose en un evento superdiseminador de COVID-19. El propio jugador, su esposa Jelena, y varias figuras del circuito ATP se contagiaron, quedaron comprometidos y dañaron su reputación. Igual, el escarnio público al que fue sometido por aquel hecho no se asemejó en lo más mínimo al ridículo que despertó en los últimos días.

Pasaron más de seiscientos días desde la primera afirmación hasta este bochornoso paso por Australia: cuando entró al país para disputar el primer Open del año con una exención médica para el requisito de vacunas. Empatado con Roger Federer y Rafael Nadal en la cima mundial de títulos de Grand Slam, con veinte campeonatos, estaba a  punto de entrar en la historia como el tenista más ganador. Llegaba perfilado para alzarse con el título pero se quedará con las ganas.

Novak Djokovic

Australia es una isla y su manejo de la pandemia ha tenido particularidades propias de un territorio que puede garantizar la inviolabilidad de sus fronteras.  Siempre exigentes, se caracterizaron por tener muy pocas concesiones. Parte del pueblo australiano está irritado con las estrictas restricciones gubernamentales y esta incursión de Djokovic se inmiscuyó dentro de un contexto eleccionario caldeado, de cara al 21 de mayo donde se dirimirá la nueva conformación del parlamento.

Su ingreso no fue transparente ni claro. Se sabía que no estaba en condiciones de ingresar pero aún así viajó. Intentó forzar la situación victimizándose. El gobierno en un primer momento iba a hacer la vista gorda y luego le revocó la visa, no permitiéndole el ingreso. El serbio se presentó en la justicia. En el mientras tanto, fue alojado en un hotel de cuarentena de mala muerte. El domingo, un tribunal de Melbourne finalmente rechazó su solicitud y fue deportado. El torneo comenzó sin Nole y el caso deja reflexiones.

Las virtudes de la vacunación no están en discusión. Aquellos países con alta receptividad tienen un aumento de casos (mayor) y de internaciones (menor) que no condicen con el estado de situación previa a la existencia de vacunas. Este comportamiento se da sin distinción de cultura o lugar, desde países nórdicos hasta latinos como el nuestro.

Por ende, ¿hasta dónde llegan los alcances de la libertad individual cuando queda comprometido el bienestar colectivo?, ¿tiene un país que aceptar el ingreso de un extranjero que no cumple con las recomendaciones sanitaria y pone en riesgo a su población nativa? El desatino de Djokovic es inobjetable, a la luz de estas premisas.

El padre de Novak, en un rapto de delirio místico y devoción,  aseveró que su hijo era “el líder del mundo libre” y lo ubicó a la altura de Espartaco como un hito. En Melbourne, una multitud bulliciosa de fans se enfrentó con la policía para “rescatarlo” del yugo. El mensaje de los deportistas antivacunas es tremendamente dañino para la sociedad y demuestran gran egoísmo.

Retornado a su país, Nole queda embanderado en el nacionalismo serbio. “Pisotean a Novak para pisotear a Serbia y al pueblo”, afirmó su padre, Srdjan, y el ministerio de Relaciones Exteriores emitió un comunicado aduciendo que "tienen una fuerte impresión de que Djokovic fue atraído para viajar a Australia para ser humillado" y que la gente sentía una "indignación comprensible".

Djokovic

No está claro qué sucederá en los próximos torneos importantes pero sería apropiado y justo que aquellos que no se vacunan y ponen en riesgo a los demás, se queden sin las oportunidades que gozan quienes se comprometen. Djokovic enfrentará problemas para desarrollar su carrera en el 2022, si intenta viajar por el mundo sin vacunarse contra el Covid-19. Ojala recapacite.

"La situación fue un desastre y él no es el único que hizo las cosas mal. Hay más responsables en toda esta terrible situación que enfrentamos durante las últimas dos semanas. Pero, por supuesto, Novak también es uno de los responsables. A nivel personal, sí, me gustaría verlo jugar aquí. Si es justo o no que juegue es otra discusión de la que no quiero hablar más", afirmó Rafael Nadal.

Djokovic, el hombre monástico de riguroso entrenamiento, dieta abstemia y creyente de la Nueva Era, no comprende una lógica básica de las sociedades modernas: Tu derecho individual termina donde empieza el del otro y de la comunidad. ¿O acaso aceptarías que tu país reciba turistas negacionistas?

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