sábado 18 de mayo del 2024

La lucha de las mujeres rugbiers en Argentina

Aspiran a lograr la profesionalización y pelean contra la resistencia cultural. La historia del rugby femenino en el país. Fotogalería. Galería de fotosGalería de fotos

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El primer partido de rugby entre mujeres se jugó hace 25 años. El primer equipo femenino se formó hace 15. Apenas menos de un año tiene el primer torneo oficial en donde chicas de todo el país se enfrentan en la modalidad seven. “El rugby es un deporte de bárbaros, jugado por caballeros”, dijo alguna vez Winston Churchill. En algo se equivocó: el rugby también puede ser jugado por mujeres que, contra todas las barreras y los prejuicios, lograron hacerse un lugar.

Primer partido. “El primer dato que se tiene sobre rugby femenino en el país data de hace 25 años. Lo jugaron chicas de G.E.I (Gimnasia y Esgrima de Ituzaingó) con un equipo de Alumni que estaba básicamente integrado por novias, mujeres y hermanas de jugadores”, rapasa Cecilia Di Costanzo, jugadora del equipo de Centro Naval y autora del blog On Side, Rugby X Mujeres.

La idea del encuentro, que incluso fue reflejado en ese entonces por el diario La Nación, se le ocurrió a Rodolfo Pichi Ruffo: se enteró de la existencia de un equipo de chicas que entrenaba en Alumni a través de una revista, juntó a tres de sus cuatro hijas, les pidió que armen un equipo para enfrentarlas y, pruebas mediante, organizó el partido, que se jugó el 25 de noviembre de 1985 en la cancha del G.E.I.

El impulso del rugby femenino duró poco. Según repasa una nota de la revista Un Caño, a Ruffo le ofrecieron “hacer negocios” con las chicas y comenzó a correr el rumor que la UAR iba a tomar represalias con el equipo de hombres. Lo que Ruffo no pudo hacer, entonces, lo retomaron 15 años después las chicas que soñaban con un lugar dentro del rugby.

Hay equipo. “Después del primer partido no pasó nada más hasta 1996, año en que se forma Cha Roga, el equipo más antiguo del país, en la ciudad de Santo Tomé, Santa Fe”, repasa Di Costanzo. Luego de muchos años de lucha, las chicas consiguieron un espacio: practicaban en el club y jugaban con los equipos que los hombres ya no usaban.

Según recuerda en una nota del blog On Side, el vicepresidente del club, Norberto Carosso, el equipo se formó a mediados de los '90 con un rugbier mendocino como entrenador, aunque sin la posibilidad de competir. Luego de años de deambular sin poder jugar de forma oficial, “la UAR se decidió por la imposición de la IRB a darle un mayor desarrollo a la actividad y así la Unión Santafesina abrió también las puertas al Rugby Femenino de Cha Roga”.

"Eran equipos sustentados por las mismas jugadoras. Tenías el lugar para entrenar y las camisetas, que eran a lo mejor las que no usaban los varones. Pero no es que el club decía ‘Uh, chicas, qué bueno que están acá’”, recuerda Cecilia. “No había torneos, había que viajar al Chaco para jugar, los juegos se hacían una vez al año en algunas ocasiones dos o tres, nunca hubo un torneo oficial, ni competencia oficial ni mucho menos”, agrega.

El torneo y un favor olímpico. El deseo de las chicas de poder competir en forma oficial se cumplió gracias a una ayuda de la IRB, el organismo que gobierna las federaciones de rugby a nivel internacional. “A partir de 2005 la UAR empieza con el tema de rugby femenino y todo esto es impulsado IRB, que quería que el rugby volviera a ser una disciplina olímpica, para lo cual es necesario que se juege tanto por varones como por mujeres”, explica.

Miguel Seró, DT de Las Pumas, coincide con el empuje de la IRB: “De ahí también la importancia que la UAR le empezó a dar al rugby femenino. Al ser deporte olímpico ya cambia completamente toda la visión, sin dudas”, analiza. El sueño de un torneo se hizo realidad, entonces, el año pasado, cuando la UAR agilizó los trámites: se dividió al país por regiones, tal como sucede con el torneo masculino, y se organizó el Torneo Oficial de Rugby Femenino.

Prejuicios. Si el camino recorrido para lograr un torneo oficial fue difícil, las chicas que quieren jugar al rugby se encontraron además con una resistencia aún mayor: la mirada del otro. “Hay mucha resistencia sociocultural, y la primera en tener dificultades para aceptar que una mujer juegue al rugby es la mujer. Yo no creo que ninguna mujer, salvo que sea jugadora, le diga a su hija que en vez de hacer hockey haga rugby”, confía Cecilia.

Además, practicar un juego que tradicionalmente ha sido de varones dispara falsas conjeturas, explica la jugadora. “Con las chicas hace poco pensábamos que es como si fuéramos marginales. ‘¡Mirá, juega rugby!”, dicen. Además, una se cansa ya de esa costumbre no sé si argentina o qué pero es como que vos elegís un deporte y tenés que justificar tu preferencia sexual, o aclarar cuál es. Esta todo muy mezclado”.

En la búsqueda de una respuesta al porqué choca tanto ver a una mujer haciendo mauls, tacles, scrums o tirándose al pasto para anotar un try Cecilia explica que se trata de la consecuencia de una interpretación errónea. “Es un deporte asociado al hombre, un juego de contacto que se malentiende como violento. Desarrollando la técnica evitás la violencia”, asegura.

"Yo creo que la rudeza hace que se lo resista más. En definitiva es el contacto. La actitud del tacle, es como que tenés que ser más ruda, y la mujer no puede ser ruda, tiene que ser fina y delicada. Que no quiere decir que afuera de la cancha no lo sea. Si nos cruzás en la calle de lo menos que te das cuenta es que somos rugbiers”, dice Cecilia.

Construir un futuro. Para que el rugby femenino siga creciendo, es necesario que tanto la UAR como la URBA y los mismos clubes sigan trabajando en el desarrollo y la difusión de la disciplina. “Yo creo que uno de los pasos fundamentales que habría que dar es que el rugby infantil comience a ser mixto como es en todos lados en el mundo. Que hasta los 11 años los nenes y las nenas aprendan juntos”, comenta Cecilia, y agrega: “Otra cosa que podría ayudar es los clubes más tradicionalistas que están en URBA, los que ves en el Top 14, los que tienen a los mejores jugadores, empiecen a trabajar también en el rugby femenino”.

"Primero, el dar a conocer que el juego existe, que se juega por mujeres. Después empezar a trabajar: que se incorporen en las infantiles, pero necesitamos que se vea y que se sepa, porque el papá se tiene que enterar que su hija puede practicar rugby femenino si quiere y que no es rara porque lo quiere practicar, rara en todos los sentidos. Es un deporte más, como cualquier otro”, explica.

(*) De la redacción de 442