viernes 26 de abril del 2024

Una distancia que no hace más que agrandarse

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Puede que todavía no hayan tomado conciencia. Puede que ni sus dirigentes ni sus hinchas lo entiendan como algo inexorable. Quizá esta columna sea demasiado pesimista,  imaginando penurias futuras que no ocurrirán. Sin embargo, intenta ser una aproximación a lo que les espera a aquellos clubes que no gozan de la permanente atención del periodismo deportivo, que no han sido quienes más títulos han ganado y están establecidos, desde hace más de un siglo, en distintas barriadas de la Capital Federal y del Gran Buenos Aires.

Es que el inexorable federalismo –tardío pero efectivo- que está llegando al fútbol nuestro, está marginando lentamente a esas instituciones que dieron vida a clásicos más pequeños pero tan picantes como los que siguen jugando los más poderosos. Vélez ya no tiene a Ferro, Chacarita y Atlanta se enfrentan pero en la tercera categoría, Lanús extraña a Banfield, Argentinos Juniors o Tigre tampoco compiten contra Platense por el honor barrial y ni siquiera San Lorenzo puede jugar con Huracán.

Algunas entidades han crecido gracias a la dedicación, capacidad y aciertos de sus directivos: Vélez y Lanús son hoy ejemplos de profesionalismo, de apoyo societario masivo, de instalaciones de primer nivel y de una exigencia cada vez mayor para entreverarse anualmente en los puestos más importantes de cada torneo. El cuadro de Liniers cumplirá este año, 70 temporadas sin jugar en el ascenso. Lanús ya pasó los veinte años consecutivos en Primera A, lo que nunca había ocurrido. Pero son dos excepciones.

Argentinos Juniors se ha debilitado deportivamente, aunque se mantiene en la A, lo mismo que All Boys, que tras sorprender mandando al Nacional B a Rosario Central en Arroyito, ha logrado estabilizarse con una dirigencia esforzada y un entrenador laborioso y de conducta ejemplar. En el futuro, deberán pelear por mantenerse en la A, algo que han evitado hasta ahora ganando los partidos necesarios. Y Quilmes busca evitar su décimo descenso en Primera.

El crecimiento económico de varios clubes del interior ha ido marginando a quienes ocuparon la primera división desde el entusiasmo y con apoyos más escasos que otros. Ni qué hablar del Deportivo Español, Deportivo Armenio, Sportivo Italiano, Almagro, Central Córdoba de Rosario, Los Andes o Temperley, para ellos llegar a la A pareciera una misión imposible a esta altura.

Esas diferencias se observan cuando ya están afirmados Newell’s y Belgrano, Colón, Godoy Cruz, Estudiantes de La Plata, Arsenal de Sarandí y Atlético de Rafaela. Hay apoyo económico grande y una buena cantidad de gente detrás, aunque en el caso de Arsenal, la historia sea otra que todos conocemos. Es el equipo de la familia Grondona y sin su apoyo, es obvio que el equipo del Viaducto no estaría jugando en la A.

El regreso de Rosario Central y de Gimnasia y Esgrima La Plata le pondrá orden al fútbol de sus dos ciudades, rengo por la ausencia de una parte de los dueños de los corazones. Lo mismo sucederá con Talleres de Córdoba, seguido por una multitud en la tercera categoría, pero aun un par de escalones lejos de su archirrival Belgrano. Llegado el caso, las preguntas son varias: ¿Cómo harán en el futuro clubes porteños y bonaerenses de rica historia pero escaso poderío deportivo, para competir mano a mano con clubes sostenidos por intendencias o gobernaciones provinciales? ¿Qué chance tendrán pensando en volver a jugar en la A? ¿Cómo equilibrar los sueldos de sus planteles con lo que pagarán otras entidades que tienen ciudades o provincias detrás suyo? Sinceramente, no hay manera.

A veces, cada vez con menor frecuencia, se colará algún invitado sin pagar y se producirá alguna sorpresa: así fue con Huracán de Tres Arroyos llegando a la A, con Ituzaingó o Laferrere en la Primera B Nacional o incluso, con el Racing cordobés y Tiro Federal de Rosario. Hoy se necesita mucho dinero, mucho apoyo político, influencias, contactos, jugadores bien pagos y un trabajo que tiene que mantenerse y crecer en las divisiones inferiores para promover juveniles de buen nivel y con chances de ser transferidos a futuro.

El futuro parece haberles cerrado la puerta a esos cuadros porteños y bonaerenses que escribieron páginas inolvidables en la máxima categoría. No se vislumbra un retorno triunfal ni mucho menos. A pelear por estar y mantenerse en la segunda categoría, afrontando las mismas desigualdades y confiando en que alguna vez, el de arriba se acuerde del pasado ilustre. Aunque en fútbol, claro, las sorpresas no terminen de asombrarnos.