viernes 26 de abril del 2024

Hiena: “Pensé en suicidarme”

Rodrigo Barrios reconoció la tortura que vive desde que mató a una joven embarazada en un accidente automovilístico.

442

En los umbrales de un mediodía silencioso, en un rincón del gimnasio del Club Tigre, los golpes sobre la bolsa y el puching se suceden cortos y potentes. Izquierda, izquierda, derecha. El hombre hace una finta, parece que retrocede, pero no. Vuelve a golpear. Uno, dos, uno, dos. Jorge Rodrigo Barrios pega sin apuro, pero con mucha bronca, como si descargara cada azote contra el más temible de sus adversarios. Parece disfrutar esos momentos de entrenamiento solitario inmerso en ese objetivo impostergable: volver a ser campeón mundial. Hasta que advierte la presencia de PERFIL y finaliza la rutina. Con una toalla sobre el rostro semblantea al cronista y se pone en guardia. Un visaje, dos, tres… El labio inferior que avanza, los ojos se le reducen, como quien reflexiona las palabras que pueden ser y las que no pueden ser en ese tamiz de lo que puede convenir y lo que no puede convenir…

—¿Cómo me siento? bien, tirando –esboza con una voz cargada de dolor–. Cuando entro al gimnasio vuelvo a vivir. El boxeo es mi vida, mi pasión… El problema viene cuando estoy en mi casa y tengo tiempo para pensar…

—¿En qué cosas pensás?

—Muchas cosas feas. Lo que me pasó en el verano es una carga que voy a llevar de por vida en mi cabeza. No es fácil vivir con el mote de asesino sin serlo.

—¿Qué te tilden de asesino es lo que más te duele?

—No, eso no me molesta. Me duele haber sido partícipe de un accidente en el que murió una piba. Soy consciente del daño irreparable que le causé a la familia de Yamila González, pero no me considero un asesino. Estoy continuamente pensando en ella…

—¿Se te pasó por la cabeza en algún momento tener una charla con su familia?

—El objetivo siempre ronda en mi cabeza. Hace poco me paré enfrente de la casa, la intención era ir a saludar a la señora (la mamá de Yamila), pero no me animé. Siento mucha pena por esa familia, mis disculpas no alcanzan para calmar tanto dolor.

—Después del accidente, ¿vivís tranquilo?

—Vivo tranquilo, pero no soy feliz. Trato de sobrellevar el dolor y la culpa apoyándome en mis hijos, Yamila y Mauro. Yo me caí mil veces y mil veces me levanté, esta vez no va a ser la excepción…

—¿Esta fue tu peor caída?

—Sí, estoy procesado por una muerte…Después de eso, todo lo que puede venir será una pavada. Una muerte es algo irreparable, un vacío que no se llena con nada. Muchas veces pensé en suicidarme...

—¿Por qué no lo hiciste?

—Por mis hijos, para que no vieran mi foto colgado, algo que hubiera sido triste. Cómo podrían pensar que su papá, que se la aguanta tanto, no iba a dar esta pelea.

Volver a ser. La vida de la Hiena es una torre de vértigos desparejos, que rebotan desprejuiciadamente contra cualquier límite convencional. De pibe correteó su figura de ratón por Tigre, y de grande, entre muchas otras cosas, llegó a transformarse en un taquillero boxeador. Hoy, lejos de la imagen de altanero y los estruendos verbales, a los 34 años, Barrios trata de darle luz a una carrera que en el último tiempo estuvo ganada por el ostracismo y la tragedia.

—¿Por qué querés volver a boxear?

—Necesito el boxeo para vivir. Boxear es lo único que sé hacer.

—¿Qué planes futuro tenés para tu carrera?

—Estoy esperando que mi mánager, Mario Arano, me confirme una pelea para agosto. También tengo firmes chances de pelear contra Michael Katsidis, campeón ligero OMB, el año que viene. Pero lo más importante, algo que sabe sólo la gente que me rodea, es que quiero recuperarme como persona, lo demás viene solo.

—¿Cómo estás físicamente?

—Todavía me falta mucho, pero con todo el resentimiento y el odio que tengo adentro mío por todo lo que me pasó, creo que no necesito ni correr para subir a un ring. El resentimiento es por las circunstancias, la forma en que se produjeron los hechos que tanto me angustian.

—¿Fue duro tomar la decisión de volver al gimnasio?

—Sí, anímicamente estaba muy mal, deprimido, fumaba mucho. Sentía mucha vergüenza y miedo al qué dirán… Siempre decía “mañana empiezo” y nunca arrancaba. Hasta que la adrenalina de pelear me golpeó el pecho y vine. Gracias a Dios, acá puedo descargar todo lo malo que me está pasando y encontrar un poco de paz. Quiero volver a ser campeón mundial…

—¿Tenés miedo de repetir la historia trágica de otros boxeadores?

—Un amigo me dijo: “Vos siempre tenés que estar en la mitad”, y eso estoy tratando de encontrar ahora, mi equilibrio. No quiero repetir las historias de Monzón o Bonavena.

—¿Te sorprendió la postura del Roña Castro en el caso?

—No, es un pobre tipo limitado que habla sin conocer la situación. Lo que dice es problema de él y a mí me tiene sin cuidado. Es un ex boxeador…

—¿Cómo te trata la gente en la calle?

—En todos los lugares a los que voy recibo cariño, afecto. Me dicen: “Es un accidente, campeón”. Y yo entiendo que fue un accidente, pero ojalá lo entiendan todos… Yo no soy un asesino, lo que pasó fue una fatalidad.

(*) de la redacción del Diario Perfil

En esta Nota