viernes 10 de mayo del 2024

Nadal: genes, títulos y la lucha contra el paso del tiempo

Ha ganado partidos con las rodillas destrozadas, con ampollas sangrantes, con la espalda inmóvil y con resultados parciales casi irremontables. Un viaje al interior del número 1.

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Rafael Nadal se arrodilló sobre el polvo de ladrillo del Philippe Chatrier para celebrar su título en Roland Garros. Noveno para el español en su carrera, nadie antes había logrado una hazaña de esa magnitud en un mismo Grand Slam. De esta manera, también, se convirtió en el primer tenista que consigue cinco Abiertos de Francia de manera consecutiva e igualó, con un total de catorce títulos GS, a Pete Sampras en el segundo lugar (a tres títulos del máximo ganador, Roger Federer).

En su carrera por ubicarse como el mejor de la historia, Nadal obtiene este título con veintiocho años y cinco días: superando por dos meses el ritmo que traía Federer a su misma edad (ganó su 14° con 27 años, 10 meses). Con 32 años y un aluvión de hijos, es difícil que Roger tenga otra chance de alzarse con un GS pero ¿será Rafa capaz de alcanzarlo o superarlo?

Para el tenis, el momento más fructífero de la carrera es entre los 20 y los 27 años

Por estadísticas y por comparación, el tenis es un deporte de hombres jóvenes. Confrontado con otro deporte individual como el golf, se observa como una gran cantidad de jugadores no ganan su primer Major hasta los 30 años (en los últimos cinco años: 13 de los 20 majors han sido ganados por golfistas de 30 años o más). Relacionado con un deporte colectivo como el básquetbol, por ejemplo, ​​se observa como el trío de veteranos de San Antonio Spurs, conformado por Tim Duncan (38), Emanuel Ginobili (37) y Tony Parker (32), lleva más de quince años peleando en los primeros planos de la competencia.

Para el tenis, el momento más fructífero de la carrera es entre los 20 y los 27 años. Guillermo Vilas ganó su último Grand Slam con 27 años (Australia - 1979). A Boris Becker, John McEnroe y Björn Borg, con algunos meses de diferencia, les sucedió lo mismo. El más longevo de los últimos tiempos fue Jimmy Connors, a los 31 años (US open – 1983). Probablemente esta realidad se deba al desgaste del calendario actual y a la exigencia de estos torneos, donde juegan los mejores y al mejor de cinco sets. En lo que va del siglo, sólo en cuatro oportunidades, un jugador de 30 años se coronó campeón: André Agassi en dos oportunidades (Australia - 2001 con 30 y Australia - 2003 con 32 años), Pete Sampras (US Open – 2002 con 31 años) y Roger Federer (Wimbledon - 2012 con 30 años).

Si fuese por los antecedentes, las chances de Nadal de superar a Federer como el máximo ganador de GS son escasas. Ahora, estimado lector, si usted tuviese que elegir a un deportista para apostar a un imposible, en un juego en el que sepa que tiene pocas chances, pero que pueda cambiar su vida radicalmente, ¿a quién elegiría? Rafael Nadal, sin dudas, sería un excelente candidato.

La resiliencia es la capacidad que posee el individuo para mantenerse entusiasta frente a la adversidad, buscando sobreponerse a la desventura. Nadal ha ganado partidos con las rodillas destrozadas, con ampollas sangrantes, con la espalda inmóvil y con resultados parciales supuestamente irremontables; es capaz de jugar cada punto de manera isolada como si no hubiese un antes ni un después, como si en esa bola se fuese el partido.

En el libro “The Sports Gene”, su autor David Epstein, recopila evidencia científica en relación a diferencias biológicas y actitudes al momento de actuar bajo presión. Se probó que los niveles de cortisol en sangre (hormona esteroidea liberada por la glándula suprarrenal como respuesta al stress) varían de manera significativa entre los atletas de elite y los de menor nivel. Algo similar ocurre con el metabolismo de las catecolaminas (Adrenalina, Dopamina y Norepinefrina), un grupo de hormonas encargadas de poner en alerta al organismo y prepararlo para la actividad. El gen COMT codifica la síntesis de la enzima catecol-O-metiltransferasa (encargada de degradar las catecolaminas) y una mayor concentración de esta enzima en el organismo, tiene un efecto protector contra el estrés, al aumentar la velocidad de degradación de estas hormonas simpáticas. Entre otros aspectos a tener en cuenta, es importante considerar que los genes son sólo una parte de la ecuación, también tiene relevancia el medio ambiente (familia y entorno) donde el atleta crece y el estilo de vida que desarrolla a lo largo del tiempo.

Tres horas y treinta minutos de juego le bastaron a Rafael Nadal para alzarse con su noveno título de Roland Garros. Lloró arrodillado sobre el polvo de ladrillo, luego del 3-6, 7-5, 6-2 y 6-4 sobre Novak Djokovic. Relajado, en la conferencia de prensa postpartido, dijo: “No sé cómo he resistido, al final estaba destrozado físicamente”. Una nueva victoria en esa lucha eterna entre la cabeza del hombre y el paso de tiempo.

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