martes 19 de marzo del 2024

Centurión: el desequilibrante que perdió el equilibrio

Él mismo se calificó como el mejor 10 del país pero la rebeldía con la pelota pronto se trasladó a simple rebeldía fuera del campo.

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“El mejor 10 del país lo tiene Racing”. Discutible, pero no descabellado. Aunque todo indique que la camiseta número 10 de la Academia no será utilizada, por lo menos, hasta que termine el actual torneo de la Superliga. Ahora bien, ¿quién es el autor de semejante afirmación? Corresponde a un tuit del 8 de enero de este año, que hizo quien por ese entonces era el 10 de Racing. Y sí, Ricardo Centurión tiene cualidades que lo podrían posicionar en lo más alto del fútbol argentino y, por qué no a nivel internacional. Pero Centurión tiene una enemiga que le da pelea y, por ahora, le va ganando: su cabeza.

Ni sus goles y gambetas pudieron correr el foco de sus inadmisibles (pero siempre perdonados) actos de indisciplina. Esta vez, se rompió la relación con el club que lo cobijó desde juvenil y lo intentó recuperar después de sus mil y una polémicas. En escala de repudio, ubico en primer lugar la denuncia por violencia de género que realizó su ex pareja Melisa Tozzi: “Me ahorcó y me astilló tres dientes”. Este episodio siguió de largo y quedó flotando en el aire, sin explicaciones ni sanciones. Siga, siga.

Fotos con armas, accidentes de tránsito, peleas en boliches, noches de alcohol y desafiantes publicaciones en redes sociales. Las partes de un todo que siempre mostraron a un pibe con graves problemas para respetar la autoridad. La gota que, por fin, rebasó el vaso fue el desubicado empujón que le propinó al técnico Eduardo Coudet frente a todas las cámaras. Impactó, pero no sorprendió. “Conmigo no juega más”, dijo tajante el Chacho. Y sí. Desde lo futbolístico se quebró todo límite y llegó el final.

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A pasitos nomás de integrar la lista del plantel que viajó al Mundial de Rusia, ese jugador que era determinante, el Centurión que en el uno a uno sabías que iba a inventar algo para dejar en ridículo al rival. De ser desequilibrante a perder el equilibrio. Del todo a la nada. De volver a Racing para recuperar su mejor nivel a ver los partidos desde el banco. Ahí aparece su cabeza, sus propias decisiones, traspiés que lo alejan de ese inicio prometedor en el que se destacaba y le valió ovaciones.

La rebeldía con la pelota pronto se trasladó a simple rebeldía fuera del campo. Quien hoy lo considera su héroe puede sentir desilusión y condenarlo como al peor villano. Cuando la mente y el entorno no acompañan esta realidad, todo se vuelve oscuro. Es innegable que Centurión obtuvo más de un perdón y las oportunidades que se le brindaron se repitieron con un mismo resultado. El mundo del fútbol es cruel y con poca capacidad de amparar al desprotegido, eso también es real. Pero cuando el jugador solo da lugar al error, las herramientas se agotan. También se termina la paciencia, ya sea de los hinchas, los dirigentes o, como en este caso, la del técnico que mostró su autoridad y parece haber tomado la decisión correcta.

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“Nadie está por encima de Racing”, declaró Coudet. Ningún jugador es más que todo el conjunto. La pasta de crack es nada si no hay constancia y respeto por lo que se hace. El taco, la rabona y el golazo se evaporan cuando los caprichos aparecen y la soberbia triunfa en el futbolista. A Centurión se lo nota convencido de sus cualidades. Está bien que así sea, la confianza es fundamental. Pero acá nadie duda de su capacidad dentro de la cancha. El desacato persistente y la falta de control de sus acciones y emociones, ahí yace el conflicto eterno entre el jugador y la persona. Ante toda esta sobreexposición, él podría parar la pelota, levantar la cabeza y jugar para atrás, pasando desapercibido por un tiempo, para poder picar en soledad y tratar de llegar de la mejor manera a marcar un gol. Pero no, decide “pisarla y encarar”, desafiando toda autoridad, sin analizar con frialdad contra lo que se va a chocar.

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Su habilidad ya captó la atención de varios clubes que se interesaron por contratarlo después de su castigo en Racing. Podría significar una chance más para poder redimirse de sus malas actitudes, un nuevo comienzo para rearmarse y poder lograr su mejor versión en todo sentido, porque para ser el mejor 10, primero tiene que ser el mejor Centurión.

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil.