miércoles 08 de mayo del 2024

River, el cáncer y el turf

El Millonario enfrentará al Juan Aurich en un polémico estadio de césped sintético. Los riesgos de lesiones y el punto oscuro sobre el cual no se hace mención.

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Don Juan Aurich Pastor era el dueño de “la hacienda” de Batangrande, poblado del departamento de Lambayeque, en el Noroeste Peruano. El 3 de septiembre de 1922, un grupo de trabajadores de la hacienda, decidió conformar un equipo de fútbol y, como no podía ser de otra manera, le pusieron el nombre de su jefe. El club fue creciendo hasta nuestros sin días sin cambiar su nombre pero sí de sede (al absorber al Club Social Deportivo Mariscal Nieto de Chiclayo). Entre sus palmares posee dos títulos de Liga y dos de Copa, además de haber sido el “primer equipo no limeño” que llegó a disputar una Libertadores (en 1969). Hace más de diez años, su estadio fue elegido como sede del Mundial Sub17 “Perú 2005” y gracias a eso ostenta el privilegio de ser de los primeros recintos en Sudamérica, habilitados por FIFA, con césped sintético.

El vínculo entre el sintético y el fútbol se refuerza cuando la FIFA eligió a los Estados Unidos como sede de la Copa del Mundo de 1994. Allí surgió una controversia en torno a dos estadios, donde se pidió la sustitución del césped artificial por pasto natural. Curiosamente, el Pontiac Silverdome de Detroit y el Giants Stadium de New Jersey, hoy ya no existen como tales: el primero está en ruinas (pasó a la historia como el primer estadio cubierto donde se disputó un partido mundialista) y el otro ya fue demolido.

El asunto quedó rondando en la cabeza de las autoridades de la FIFA, que comenzaron con un trabajo de evaluación desembocando, a mediados del 2003, en la disputa del primer torneo oficial sobre césped sintético. Fue en el estadio Töölö de Helsinki durante el Campeonato Mundial Sub 17 “Finlandia 2003”. Un equipo argentino dirigido por Hugo Tocalli, donde jugaban Gago, Ustari, Garay y Pablo Alvarado entre otros, se convirtió en el primer representante nacional en disputar un partido oficial sobre césped sintético.

“No recuerdo mucho la previa del partido con Colombia (por el tercer puesto), sólo que entrenamos el día anterior y que nos llamó mucho la atención lo rápida que era la cancha. En un pelotazo largo la pelota casi no picaba, salía rasante, haciendo sapito. Arrancamos ganando y nos empataron de penal. El partido terminó así y luego ganamos en la serie de penales”, recordó Pablo Alvarado, sobre su experiencia pionera con la juvenil.

Con el paso del tiempo, los terrenos de césped artificial han ido progresando y la FIFA encontró un nuevo nicho de explotación comercial. El “FIFA Quality Concept for Football Turf”, un manual de más de cien páginas donde se especifican los requisitos y cualidades de los terrenos para ser aprobados. Los desarrolladores destacan la evolución tecnológica aplicada, desestimando la comparación de la modernidad con los terrenos antiguos o diseñados para otros deportes que antes existían. El sistema de legitimación para canchas de césped artificial, ideado por FIFA, emite certificados con validez de tres años a un costo que puede llegar hasta los 300.000 euros, dependiendo del nivel de competencia requerido.

Por encima del costo económico, el principal problema que históricamente ha tenido el pasto sintético fue la aceptación de los protagonistas. Para los dirigentes es el futuro del deporte porque se adapta mejor a las diferentes condiciones meteorológicas y porque su mantenimiento es más sencillo; por el contrario, para los jugadores, es un dolor de cabeza (y de otras partes del cuerpo también). Al momento de argumentar la defensa del pasto sintético, el presidente de FIFA, Joseph Blatter, habitualmente cita al Dr. Wolfgang Potthast de la Universidad de Koln (Colonia, Alemania) y su estudio sobre los nulos efectos de un césped sintético en el desarrollo de un partido de fútbol.

La realidad es la vivida, no la que cuentan los teóricos del laboratorio. Por lo cual, quien haya experimentado ambos terrenos, puede dar fe que las sensaciones generadas por una buena cancha de pasto no se replican ni en el mejor césped artificial. Además de no brindar las mismas sensaciones, el sintético también aumenta los riesgos: desde las banales y comúnmente sufridas ampollas por hipertermia y las quemaduras por raspones, pasando por los esguinces a causa de desplazamientos anómalos, hasta la mayor tasa de ruptura de Ligamento Cruzado Anterior de la rodilla (por mayor fricción) y de traumatismos craneoencefálicos (por menor amortiguación).

Por este motivo, el 1 de octubre de 2014, representadas por un buffet de abogados de Hampton Dellinger, un grupo de las mejores futbolistas del mundo (entre ellas Abby Wambach, Nadine Angerer y Heather O'Reilly) presentaron una demanda contra FIFA en los Tribunales de Derechos Humanos de Ontario. Reclamaban rever la postura de disputar en grama artificial, todos los partidos de la Copa del Mundo “Canadá 2015” (del 6 de junio al 5 de julio). La rebelión no prosperó, pese a que los jueces les dieran la razón, porque FIFA no se atiene a los tribunales ordinarios nacionales.

Pero más allá de estos registros, hay un punto oscuro del sintético al que no se hace mención. Los granos negros de caucho neumático que se usan para aumentar la amortiguación del terreno y reducir su fricción, contienen carcinógenos y sustancias químicas (como benceno, carbono y plomo). Hay evidencia científica reciente, en jóvenes arqueros de fútbol de los Estados Unidos, que demuestra la existencia de un vínculo entre la mayor exposición al caucho y ciertos tumores de la sangre (linfomas y leucemias), a pesar de que no está claro si es por el contacto o por la inhalación (el olor rancio a químicos se exacerba con el calor).

A Gallardo y sus muchachos poco le importará la fusión del Aurich con el Mariscal Nieto, la suerte del Pontiac Silverdome de Detroit, el debut argentino en Finlandia o la demanda de las futbolistas en los tribunales de Canadá. A lo sumo, le hubiera interesado que la gente que maneja el sintético del “Elías Aguirre” de Chiclayo se hubiesen aggiornado a lo que marca el Manual FIFA. No necesariamente al nivel del Duraspine FR FieldTurf (considerado el que mejor imita las propiedades biomecánicas del césped natural) que hay en el estadio Luzhniki, donde juega el Spartak y la selección rusa, pero un poquito mejor que el vetusto y mal mantenido piso que usan hace más de diez años.