La tristeza invade a los jugadores de la selección argentina luego de la segunda final perdida en menos de un año.
Otra vez se estuvo muy cerca, pero otra vez no se pudo. Otra vez la imagen de tristeza de Javier Mascherano como cierre de un sueño que terminó en pesadilla. Otra vez se esperaba mucho de Messi pero el mejor del mundo dijo ausente sin aviso. Otra vez, Gonzalo Higuaín pudo ganarse las tapas de todos los diarios pero otra vez no fue gol.
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El fútbol es injusto y eso lo saben jugadores, técnicos, periodistas, hinchas y todos los que están relacionados con este apasionante deporte. Una pelota que entra te convierte en héroe, una pelota que se va afuera te transforma en perdedor. Higuaín tampoco pudo convertir en la tanda de penales y lamentablemente esos recuerdos quedarán en la selectiva memoria de los "especialistas".
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Tevez tuvo que esperar cuatro años para cambiar esa mala imagen que había dejado en la eliminación de la Copa América 2011 cuando falló el penal ante Uruguay que determinó la eliminación argentina. Pipita tuvo la posibilidad de redimirse mucho más rápido de lo que pasó hace exactamente un año en la final ante Alemania.
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No pudo ser. Volvió a fallar y ahora deberá soportar las críticas del injusto mundo del fútbol, que sólo entiende de resultados y no te perdona una. Salvo que ganes.
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