viernes 26 de abril del 2024

El trabajo de militar en La 12

La doble vida los lleva de regimientos y conciertos patricios a pararse en la segunda bandeja de la Bombonera, al lado de Rafael Di Zeo. Imágenes reveladoras. Galería de fotosGalería de fotos

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Pertenecer a una barra brava es sinónimo de negocio. Ilegítimo, egocentrista y con grandes posibilidades de terminar con una causa penal tras las rejas. Ser barra no implica treparse a los paravalanchas y alentar a un equipo de fútbol, sino lucrar con los colores y hacer una diferencia económica durante cada partido. El barra maneja el servicio extorsivo de trapitos, la reventa de entradas y hasta los porcentajes de algunos jugadores. En líneas generales, el barra es todo lo contrario a un soldado, quien defiende los ideales de la patria con valentía, lealtad y honor.

El primero. César Alfredo Castillo forma parte de los concertistas del Regimiento de Patricios que hace algunos años se consagraron como los mejores del mundo en un campeonato de bandas militares llevado a cabo en Alemania. El Gringo, elegido varias veces escolta de la bandera de guerra, trabaja de lunes a viernes en las fuerzas armadas y los fines de semana toca la trompeta china en distintas barras bravas del país. Si bien Castillo pertenece a La 12, actualmente liderada por Rafael Di Zeo y Mauro Martín, le pone música a las tribunas que lo requieran. Ya estuvo en la de San Lorenzo, Newell’s, Ferro, Almirante Brown, Los Andes, Estudiantes de Caseros, Deportivo Laferrere, UAI Urquiza y Central Ballester.

Castillo, que cobra por partido y si es un clásico aumenta la tarifa, es también integrante del grupo bailantero La Re Pandilla y de la murga Los Atrevidos de Billinghurst. Pero además toca en los actos políticos, por ejemplo de Daniel Scioli, gobernador de la Provincia de Buenos Aires. De hecho, junto a otros miembros de la barra de Boca conforma la hinchada de Villa La Ñata Sporting Club, el equipo de futsal fundado por el candidato a presidente de la Nación. Uno de los laderos del Gringo a la hora de componer melodías tribuneras,es su hermano Claudio, que pese a ser fanático de River, como buen profesional no duda en calzarse la azul y oro para ponerle música cada quince días a La Bombonera.

El segundo. Marcelo Ariel Mansilla nació en Roldán, provincia de Santa Fe, tiene 46 años y actualmente es sargento ayudante en la escala de suboficiales superiores del Ejército Argentino. No obstante, el hombre que vive en el partido de San Martín, también tiene una doble vida que le permite acompañar con los vientos las canciones de Di Zeo y compañía.

El tercero. Marcelo Alberto, más conocido como Tchami o Cirilo, es de Río Gallegos, tiene 32 años y hace unos meses tomó la decisión más difícil de su vida: abandonar el Ejército Nacional. Comprendió que la barra y el cuerpo militar no iban de la mano. Por ese motivo se inclinó por las trompetas de La 12 y, al igual que Castillo, también por la música de La Re Pandilla, el grupo tropical de Oscar Belondi. Y como si esto fuera poco eligió darle clases de percusión a los mini barras en una sociedad de fomento de Grand Bourg ubicada en Cabo Sosa y Chacabuco. “Tchami les enseña a tocar la trompeta a muchos pibes de las villas que quieren ganarse la vida en las barras, en las murgas o en los actos políticos. Hace su negocio y no le roba nada a nadie. En lugar de tener a los pibes todo el día en la calle afanando o tomando falopa, les explica las técnicas y los manda a laburar a la tribuna”, revela un importante miembro de la hinchada xeneize.

Aunque hay negociaciones más sencillas que otras, no hay demasiado misterio a la hora de contratar a los percusionistas: “Nos llama el jefe de la hinchada unos días antes del partido y nos dice cuantos trompetistas necesita. Nosotros somos de La 12 pero no nos importa la camiseta, tocamos para el que nos pague”, explica uno de los músicos que, por seguridad, prefiere ocultar su identidad. “Si el Ministerio de Defensa nos pagara como lo hace Macri con los de la Metropolitana, no tendríamos necesidad de ir a tocar a las canchas. Iríamos a alentar a Boca y nada más.”

En referencia al bajo presupuesto de la armada, uno de los soldados agrega: “Cuando viajamos a Alemania, al mundial de bandas militares con el Regimiento de Patricios, tuvimos que ir un día antes y alojarnos en un cuartel militar, mientras que el resto de los países estaba afinando en hoteles cinco estrellas desde hacía una semana. Parece mentira pero hay más plata para la barra de Boca que para los soldados.”

El cuarto. Gustavo Germán Maciel, padre de Ezequiel, delantero de la Primera División de Platense, tiene 41 años e integra la banda militar del Regimiento de Infantería Mecanizado 24. A diferencia de sus compañeros de tribuna, pese a ser fanático de Boca, el músico de Villa Gobernador Gálvez fue trasladado a Río Gallegos, razón por la cual debió abandonar la barra, al menos durante varios meses. A más de dos mil kilómetros de su líder Mauro Martín, Maciel despunta el vicio ad honorem tocando la trompeta en la hinchada del Club Social y Deportivo Barrio Matadero, un humilde equipo de la Liga de Santa Cruz.

“Es la banda de Rafa, la que mata por estos colores”, canta La 12 al ritmo de los bombos y las trompetas. Son los soldados de Di Zeo.

En todo sentido.

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil.