martes 19 de marzo del 2024

El virus y la alerta, los Juegos y el desinterés

En un clima de escasa expectativa y gélidas temperaturas, se propagó una epidemia que desalienta aún más la concurrencia en Corea del Sur.

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Así como los Juegos Olímpicos de verano acaparan la atención y emocionan al argentino promedio, incluso a aquel que en el año no mira un deporte; los de invierno pasan absolutamente desapercibidos para todos, hasta para varios fieles seguidores de la doctrina del Barón Pierre de Coubertin. A tal punto, llega el desinterés que no son muchos los que saben que el próximo viernes 9 y hasta el 25 de febrero, en PyeongChang (Corea del Sur) se desarrollará la vigésima tercera edición.

Históricamente, más allá de los cinco anillos, el lema y el juramento, las contiendas olímpicas buscaron desde sus inicios trasladar valores humanos, lecciones de civismo y unidad, de juego limpio y sostenibilidad. Es por este motivo y por el antecedente de haberlo realizado en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, que no sonó disparatada la decisión del desfile unificado en la ceremonia de apertura: las dos Coreas, bajo una bandera única, como un mensaje de paz para una región que transita una etapa de hostilidades.

Lo que sí está en duda, es la reacción popular a la medida. Con el recambio generacional se han ido perdiendo los ideales unionistas. La juventud local no ve con tan buenos ojos la propuesta conjunta. Medidas de protesta se han visto en algunos deportes, como por ejemplo el hockey sobre hielo, donde la identidad nacional surcoreana está por encima de cualquier noción romántica de unificación.

A diferencia de su homónimo del Norte, Corea del Sur ostenta el reconocimiento internacional de ser un gran anfitrión, uno de los países asiáticos con mayor cantidad de eventos deportivos de relevancia realizados en su territorio. Los Juegos Olímpicos de verano de Seúl 1988, el Mundial de fútbol de Corea–Japón 2002 y los Juegos Asiáticos (en Seúl 1986, Busán 2002 e Inchon 2014) son registros destacables. PyeongChang 2018, completaría la grilla de megacompetencias deportivas.

Por otro lado, el costo de realización del evento siempre es un tema de interés internacional, porque siguen generando inquietud los antecedentes de corrupción sistémica que han rodeado históricamente a su elección y ejecución. Como es habitual, los Juegos de Pyeongchang 2018, han excedido las proyecciones iniciales y se calcula que el costo final rondará los 16.500 millones de dólares: un 50% más de lo estimado.

La competencia contará con atletas de noventa y tres naciones que pugnarán por una de las ciento dos medallas a ser otorgadas. Se estima que alemanes y noruegos se disputen el primer lugar del medallero, y la esquiadora norteamericana (de 22 años) Mikaela Shiffrin junto con el patinador norteamericano (de 18 años y padres orientales) Nathan Chen sean los deportistas rutilantes que busquen inscribir varias veces su nombre y obtener así un lugar en la historia grande del olimpismo invernal. Por su parte, con los históricos Noriaki Kasai (esquiador japonés que hará su octava aparición olímpica) y Lydia Lassila (esquiadora australiana que competirá en sus quintos Juegos Olímpicos) se engalanará la fiesta.

El ecuatoriano Klaus Jungbluth será la sorpresa latinoamericana en Corea del Sur: primer atleta en competir en la historia de los Juegos Olímpicos de Invierno bajo la bandera de Ecuador. Nicol y Sebastiano Gastaldi, María Cecilia Domínguez y Matías Zuloaga, el snowboarder Steven Williams y Verónica Ravenna serán los seis argentinos presentes. Esta será la decimonovena participación de una delegación nacional desde 1928, en Saint-Moritz. Hasta el día de la fecha, lamentablemente, todas las experiencias terminaron sin preseas.

A nivel internacional, en estos Juegos, el COI intentará lavar su imagen luego de “Sochi 2014”, donde el nivel de trampa y dopaje de los rusos conmocionó al mundo: montado todo sobre una operación que involucró al mismísimo Servicio Federal de Seguridad de Rusia y que permitió que muchos atletas locales usarán sustancias prohibidas durante la competencia sin ser detectados.

En Corea del Sur, a los organizadores de los Juegos, les está resultando difícil captar el interés de los aficionados en ciertos deportes, principalmente en el biatlón, el curling, y el esquí nórdico combinado. Se estima que las temperaturas en Pyeongchang ronden los -20 ° C y difícilmente haya muchos fanáticos dispuestos a afrontar el costo de las entradas para luego pasarse largas horas de su tiempo al aire libre, en el crudo invierno, para ver carreras sobre nieve. A fines del 2017, todavía restaban venderse casi el 50% de los tickets disponibles y, actualmente, el número ronda el tercio.

Si algo le faltaba, a los organizadores, para complicar la llegada de turistas era una epidemia vírica. El norovirus es la nueva vedette de Pyeongchang a horas de comenzar la competencia. Vómitos y diarreas al por mayor y algunos cuadros graves de deshidratación golpean al personal de la villa.

Más de una docenas de guardias de seguridad privados fueron internados y aislados. Grupos de colaboradores que no se enfermaron, abandonaron sus puestos de trabajo para exacerbar los cuidados. Los organizadores y el Estado surcoreano debieron convocar oficiales y soldados para cumplir funciones de las cuales no deberían encargarse.

El norovirus es un virus molesto y de rápida propagación en espacios comunes: por contacto de persona a persona, de estas con objetos contaminados o a través de alimentos y/o bebidas expuestas al virus. De muy baja letalidad, genera más inconvenientes (fiebre, jaqueca y extremidades doloridas) que complicaciones de gran gravedad. En el hemisferio Norte se lo conoce como “el virus de vómitos de invierno” o “virus Norwalk” y la susceptibilidad es alta porque el virus no genera una inmunidad duradera. Como la gran mayoría de los virus de estas características, no tiene un tratamiento específico, solo medidas de contención mientras la enfermedad sigue su curso. Los preparativos para los Juegos Olímpicos de Invierno también seguirán su curso, aunque aquí no los miremos.