Periodista
Observado con desconfianza por el presidente Alberto Fernández y un sector mayoritario del Gobierno, con dirigentes que antes pertenecían a su círculo íntimo y ahora comandan su desestabilización, Claudio “Chiqui” Tapia atraviesa su primera gran crisis al frente de la AFA, la casa del fútbol argentino que es codiciada por su visibilidad y por ciertas bondades que un dirigente sintetizó en estos días de rosca permanente: “Genera más poder y administra más dinero que un ministerio, ¿cómo no vamos a disputarla?”.
Es por eso, y porque el fútbol en Argentina no solo es un ordenador social sino una plataforma política que transforma –sobre todo en las últimas décadas– a dirigentes en funcionarios, que la Casa Rosada observa con atención lo que se pergeña en los sótanos de Viamonte 1366, un edificio que desde que se murió Julio Humberto Grondona, en 2014, nunca ofrece demasiada previsibilidades.
Varios dirigentes creen que la presentación ante la IGJ es un golpe de nocaut para Chiqui
Desde que Nueva Chicago presentó la denuncia ante la Inspección General de Justicia para impugnar la reelección de Tapia hasta 2025, en las antiguas oficinas de la AFA y en las modernas y vidriadas de la Liga Profesional, en Puerto Madero, la pregunta es ineludible: ¿y ahora qué?
Hay quienes consideran que la presentación ante la IGJ, luego estimulada por San Martín de Tucumán con otro escrito, es un golpe de nocaut para Chiqui. Un “game over” que circula como sticker en los chats dirigenciales. La oposición de Chicago ya avisó que, en caso de ganar las elecciones de hoy, retirará esa denuncia. Daniel Ferreiro, ex vocero de Tapia y referente del oficialismo en el club de Mataderos en la última década, sabe que puede perder, pero que la última piña antes de caer ya está dada.
¿Cómo ve Alberto Fernández la conducción de Tapia en la AFA?
¿Hay un plan diseñado desde la Casa Rosada, como algunos quieren hacer creer? Todo indica que no. Incluso en la AFA cuentan que el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, llamó a Tapia para desentenderse de este ruido que suena cada vez más fuerte.
Sin embargo, en nombre del Gobierno, muchos dirigentes empezaron a orquestar un plan desde abajo, pantanoso, con mucha improvisación y ninguna estrategia clara. Fútbol argentino, digamos.
Lo que amalgama es que Tapia dejó heridos por todos lados: en la Primera, el Ascenso, el Interior y la Conmebol, pero también en la arena empresaria y política (Daniel Angelici es uno de ellos). Y muchos dirigentes que se encolumnaban detrás de él, ahora se corren. Ferreiro y dos hombres cercanos a Alberto como Cristian Malaspina (Argentinos Juniors) y Marcelo Achile (Defensores de Belgrano, donde el presidente asumió recientemente la conducción del PJ) empujaron las denuncias en contra de Chiqui. Saben dónde golpear.
Alberto Fernández no valida la gestión de Tapia. La aceitada relación de Chiqui con el Gobierno de la Ciudad –es el vicepresidente del Ceamse postulado por la gestión de Horacio Rodríguez Larreta– más su vieja sociedad con Angelici hacen que le indilguen cierta simpatía con el macrismo. Todo eso, más algunas desprolijidades que el arco legislativo ya advirtió (como el contrato con el que le cedió la exclusividad digital de AFA a su sucesor en Barracas Central, denunciado por Graciela Ocaña) profundizaron un recelo que venía desde hace tiempo, quizás atizado por advertencias y comentarios de Luis Segura, expresidente de Argentinos y un viejo amigo de Alberto, y también de Marcelo Tinelli, en quien el Presidente confía y descansa en temas de fútbol.
“No tenemos un candidato unificado, una persona que digamos 'es este'”, dice un funcionario de alto rango.
El otro motivo que dañó aún más la percepción de un sector del Gobierno con Tapia fue la renovación del contrato con Disney hasta 2030. El enojo de la vicepresidenta Cristina Fernández cuando advirtió que el negocio de la televisación del fútbol iba a quedar en manos de Diego Lerner, presidente de Disney Latam y amigo íntimo de Mauricio Macri, no podía terminar solo en una escena a los gritos.
Disney atenuó fastidios entregando dos partidos a la Televisión Pública, aunque nadie sabe si alcanzara para su otra búsqueda, acaso la más importante: la aprobación de la fusión FOX-ESPN, que duerme en la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia. Hasta el momento, el costo político de la firma de esa extensión de contrato recayó del otro lado del mostrador: en el de Tapia.
“No tenemos un candidato unificado, una persona que digamos 'es este' y lo proyectamos”, le dice a PERFIL un funcionario de alto rango. Sin intervención directa, como sucede en otros ámbitos, cada línea del Gobierno promueve o arrima nombres, o al menos el dirigente que más le gusta.
Una de las líneas es la de Sergio Massa, quien ayudó a demoler la Superliga y reforzar a Tapia en 2020. Además de su alter ego futbolero, Nicolás Russo, de Lanús, la mano derecha del Chiqui, Pablo Toviggino, también le responde. Sobre ellos pesa un sinuoso silencio.
Mientras tanto se sueltan nombres para una eventual sucesión: aparecen Tinelli, Rodolfo D’Onofrio, Achile y hasta Víctor Blanco, quien mantiene siempre una buena relación con Máximo Kirchner. Curiosidades del fútbol argentino: Blanco fue quien puso su firma en el acto virtual por el que Tapia fue reelecto, examinado por dos veedores de la IGJ.
En el entorno de Tinelli aseguran que en caso de que la IGJ impugne la elección, suprima a la Liga Profesional que él preside (¡oh!) y convoque a un nuevo acto eleccionario, el conductor televisivo y presidente de San Lorenzo cuenta con los votos para ganar. Un déjà vu. Lo mismo decían durante en el segundo semestre de 2015, aunque el final ya es conocido: todo terminó en un 38-38 surrealista y en una crisis que derivó en la intervención de la FIFA. De eso mejor no acordarse: porque ahí, en el gimnasio del predio de Ezeiza donde se hizo la elección, estaban todos los que ahora promueven la solución. También la IGJ.
* Nota publicada en la edición impresa del Diario Perfil del domingo 28 de marzo *