sábado 27 de abril del 2024
Selección Argentina

El día que todo cambió: a 18 años del torcido debut de Lionel Messi en la Selección Argentina, donde después realmente fue feliz

El 17 de agosto es un día que no pasará desapercibido en la historia del fútbol argentino porque fue cuando el rosarino tuvo su estreno absoluto en el combinado albiceleste y escribió el primer capítulo de una serie que tuvo de todo, pero que ahora en su recta final encamina un desenlace plagado de éxitos.

Hace 18 años, un 17 de agosto, la historia de la Selección Argentina experimentó un cambio rotundo, no en lo inmediato como era esperado, sino a largo plazo, pero a fin de cuentas con un final feliz luego de que Lionel Messi tenga su estreno con la camiseta de su país, el que optó por defender.

"Espoileando" lo que narrará esta nota con la recorrida de Messi con la Selección Argentina se podría pensar tranquilamente que ese debut torcido del rosarino, que líneas más abajo conoceras en detalle, a fin de cuentas fue un espejismo de lo que es su historia con el combinado albiceleste: un comienzo duro, capaz rozando la desilusión, pero que al final termina como si se tratara de una película donde el protagonista es realmente feliz.

Previo al debut absoluto del rosarino con el seleccionado argentino hay que hacer un pequeño parentesis de la maniobra de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) respecto a la figura de Messi.  

El método de blindaje para que Messi juegue con el combinado albiceleste fue antes del mencionado 17 de agosto. Ante el inminente interés de España por nacionalizarlo, tras la organización de un amistoso improvisado ante Paraguay en el Estadio Diego Armando Maradona entre los seleccionados Sub-22 de ambos países fue que se le abrió la puerta a la gran historia del rosarino defendiendo la camiseta argentina. 

José Néstor Pekerman fue el entrenador que dirigía el seleccionado argentino en aquel partido en el que un joven Messi vistiendo la camiseta número 18, daba su primer gran paso en un amistoso ante Hungría en el Estadio Puskas de Budapest. El talento del rosarino ya cobraba más fuerza y reconocimiento, generando una gran expectativa en su primera presentación con el seleccionado mayor.

Ese interés se esfumó en un abrir y cerrar de ojos ya que Messi ingresó en el lugar de Lisandro López a los 19 minutos del segundo tiempo del partido ante Hungría, el rosarino duró apenas 47 segundos en cancha luego de que vea la roja directa por darle un manotazo en el rostro a Vilmos Vanczák.

Pese a ese paso en falso en su primer partido defendiendo la camiseta de Argentina, el tiempo pasó y 18 años después Messi atravesó todos los estados de ánimos posibles para un deportista, comenzado con golpes duros que le hicieron asomarse de un abismo, del cual cayó tras renunciar al seleccionado, para luego pararse nuevamente, volver y coronarlo de la mejor manera.

"Cuando ves a este Messi que está todo el día con una sonrisa y que disfruta de estar en la Selección, eso me pone muy contento, porque me hace acordar a ese Messi que conocí en las divisiones juveniles. Me pone contento la actitud que tiene para pedir la pelota y para ayudar a sus compañeros", expresó Hugo Tocalli, quien era ayudante de Pekerman, que decidió llevarlo para hacer su introducción en la Selección Argentina.

Con esta perfecta sintesis de Hugo Tocalli, fue que Messi reinventó esos primeros momentos de sufrimiento al jugar para la Selección Argentina, siendo resistido por propios y extraños, para luego alcanzar la gloria máxima y sentarse en la misma mesa, aunque no hacía falta ganar un Mundial para hacerlo, que Maradona, personaje al cual estuvo sujeto a duras e innecesarias comparaciones. 

Así escribió Messi su camino hacía la gloria eterna con Argentina, un país donde la exigencia es asfixiante...

El arduo camino que hizo Messi que finalmente coronó con su máximo anhelo

Tras su debut en ese amistoso a mediados de 2005, de inmediato llegó el primer gran desafío para Messi en el Mundial de Alemania 2006. El comienzo fue auspicioso, incluso apenas con 18 años anotó su primer gol mundialista, pero la caída con los anfitriones en los cuartos de final en la definición por penales significó el primer cachetazo en su camino con la albiceleste.

Ya con otra presencia en el equipo, formando parte del once y no sumando un puñado de minutos entrando desde el banco, Messi bajo la sombra de un fenomenal Juan Román Riquelme llegó a la final de la Copa América 2007 en tierras venezolanas ante Brasil.

Si bien se trataba de un choque de potencias, ya que ambos equipos llegaban de una manera inmejorable, en la cita máxima el que impuso las condiciones fue el combinado brasileño que marcó la segunda derrota significativa para el rosarino vistiendo la camiseta de Argentina.

Para cortar con tanto desenlace poco feliz, Messi logró firmar, además del Mundial Sub-20 obtenido en 2005, otra conquista teñida de celeste y blanco. Con un seleccionado juvenil nutrido de futuras estrellas y bajo el comando de Riquelme llegó el oro de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 y parecía que la historia cambiaba de rumbo y asomaban más éxitos.

No fue así. Ya con otra madurez y siendo el discípulo de Diego Armando Maradona, entrenador del seleccionado argentino en Sudáfrica 2010, esa cita mundialista a pesar de la ilusión del tándem Maradona-Messi, también se tradujo en un nuevo y duro revés. Otra vez Alemania le arruinó la fiesta a un Messi que no logró anotar goles en aquel campeonato.

Un año más tarde habría revancha en suelo argentino, pero más que satisfacción, la Copa América 2011 fue otro baldazo de agua fría para el capitán. Tras arañar la clasificación a octavos de final, una desdibujada Argentina cayó ante Uruguay, que luego sería el campeón.

Tras los anteriores dos mundiales, luego de una brillante Eliminatoria Sudamericana la Copa del Mundo de Brasil 2014 se presentaba como el escenario ideal para dar vuelta la página para Messi con la selección.

El camino hasta la final, con su último verdugo Alemania, fue comandado por un Messi brillante siendo el goleador argentino en aquel certamen.

Otra vez, a pesar de todo tipo de ilusión, en la cita máxima la suerte no se inclinó para el lado del combinado albiceleste, abriendo un desenlace que terminó en sonrisas de los alemanes nuevamente. Tan cerca, pero tan lejos. El tercer Mundial de Messi fue otro cachetazo y contando. 

En un camino plagado de oportunidades, al año siguiente de la caída en tierras brasileñas, en el horizonte apareció la Copa América 2015 en Chile. En ese certamen, el andar hasta la final del torneo sudamericano fue igual de brillante que en Brasil.

En la definición, esa brillantez se apagó ante los locales ya que la suerte también fue para el lado de los chilenos que lograron conquistar su primera Copa América y sumarle otro tropezón a Messi en su recorrida a nivel selecciones.

En 2016, celebrando el centenario de la Copa América, se organizó un nuevo certamen en Estados Unidos donde el desenlace sería el mismo. Una fase de grupos y rondas eliminatorias psoteriores sin sobresaltos, para volverse con las manos vacías tras caer por penales nuevamente ante Chile.

Otra derrota más que se tradujo en un cimbronazo. Post partido Messi dijo que su camino con la Selección Argentina había terminado, que evidentemente no encontraba la forma de lograr un tan ansiado título con la mayor y que sus días vistiendo la camiseta de su país habían llegado a un impensado fin. 

Tratándose de un guión de una película, tras un alocado y desesperado pedido popular y en otra medida del círculo cercano de Messi, tanto en el seleccionado como en su intimidad, el rosarino decidió tomarse revancha y volver a vestir la camiseta de Argentina en las eliminatorias rumbo a Rusia 2018.

En dicha cita mundialista el éxito de Argentina pendía de un hilo previo al comienzo del certamen. Un Messi descomunal, generó una falsa expectativa tras anotar tres goles para vencer a Ecuador en la última fecha de las Eliminatorias Sudamericanas para meter a los dirigidos por Jorge Sampaoli en el Mundial.

A pesar de las esperanzas que despertó el hecho de clasificarse a la Copa del Mundo, con una "guapeada" de Messi, la historia en Rusia no tuvo un final feliz. Una clasificación a octavos de final tras un pasaje complejo en la fase de grupos se topó con un golpe de realidad enfrentando a Francia.

El seleccionado galo, que luego sería el campeón, impuso las condiciones a pesar de algún asomo de Argentina por torcer el rumbo de ese barco. Chispazos de un eléctrico Kylian M’bappé significaron otra eliminación para Messi.

De esta manera, esta constante de derrotas para el rosarino con la camiseta de Argentina parecían sentenciar la historia del mejor jugador del mundo con una realidad sumamente diferente a las incontables conquistas a nivel clubes.

Pese a ese panorama, el capitán no bajo los brazos hasta tentar a la gloria. Ante un historial complicado, en una dura época marcada por la Pandemia a raíz del Covid-19 la forma de afrontar la próxima Copa América ya era desalentador.

Argentina paso de ser sede a tener que hacer innumerables viajes a Brasil para jugar el torneo que se trasladó a tierras brasileñas, sumado al aislamiento sin poder ver a sus familiares o personas más cercanas en una realidad sofocante por el virus que azotó al mundo.

Evidentemente todas esas piedras en el camino fortalecieron a Messi y a un plantel que interpretó de la mejor manera su rol: jugar con él y no para él. Ese click que generó Lionel Scaloni marcó la era tan exitosa que se avecinaba.

Fue así que, ante todas las adversidades, Messi logró sacarse la espina que venía arrastrando desde su primera gran ilusión mundialista allá por 2006. En un marco inmejorable, por lo épico que fue, a pesar de la ausencia de público, Argentina venció a Brasil en el Maracaná y Messi cayó desplomado al piso, pero esta vez no por otra desilusión, sino por tener la satisfacción de haber ganado.

Ya logrado el primer gran paso de conquistar un título con el seleccionado mayor, Messi y todo el plantel se afianzaron aún más con la vista puesta en la próxima cita mundialista.

Previo a su arribo a Qatar para disputar la última Copa del Mundo. El seleccionado dirigido por Scaloni sumaría otra conquista, para darse a si mismo más coraje y generar más miedo en los rivales de cara al Mundial.

En este caso la víctima de Messi y Argentina fue Italia en la Finalissima, una final única que reunía al campeón de América y Europa. El combinado albiceleste borró de la cancha a los italianos y así ya pedían pista para que llegue Qatar.

Haciendo aún más larga de lo habitual la espera para el comienzo del Mundial, el torneo en tierras qataríes comenzó en noviembre y allí Argentina empezó a escribir su historia de la máxima conquista y al mismo tiempo tan negado capricho de su capitán.

El torcido debut perdiendo con Arabia Saudita fue un cachetazo en el momento justo para ponerle los pies sobre la tierra a un equipo que no presentaba una actitud sobradora, pero que si se sentía superior al rival.

Ya al partido siguiente, con más corazón que fútbol fue victoria con México para luego si darle rodaje a la máquina que se acostumbró el hincha a ver. Polonia fue superado ampliamente para dar el primer paso a octavos.

Allí tocó Australia, una historia que tuvo algún rostro de preocupación al final, pero que en grandes rasgos tuvo dominando al equipo de Messi.

En cuartos un sufrimiento impensado, pero que en definitiva demuestra que el argentino logra lo que quiere siempre y cuando padezca un poco más de la cuenta en el camino tras el empate en un abrir y cerrar de ojos de Países Bajos estirando la definición a penales.

Un Dibu Martínez brillante depositó a la selección en semis donde aparecía Croacia, un rival que traía malos recuerdos pero que se superó, para la sorpresa de varios, sin sobresaltos.

¿La final? Seguramente la mejor, o dentro de las mejores definiciones de una Copa del Mundo ante el último verdugo, Francia.

El primer tiempo fue un baile comandado por Messi, que finalizó con un poco más del sufrimiento que se experimentó con los Países Bajos. Otra vez desde los doce pasos llegó una nueva alegría. La tan anhelada Copa del Mundo.

Fue así como Messi con una participación exorbitante en tierras qatarías que condujo, acompañado de la mejor manera, a Argentina para conquistar su tercera Copa del Mundo y romper un maleficio que parecía haber dictaminado que esa alegría no sería parte de su película como jugador.

En consecuencia, si bien llevó su tiempo, sus enojos, sus dudas, su renuncia, a final del cuento dejó marcado que persistir y resistir es la forma de llegar a la gloria. Ese camino que trazó Messi comenzó hace 18 años. Por eso el 17 de agosto no pasará a ser un día cualquiera para el fútbol argentino.

JP

 

 

 

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