domingo 19 de mayo del 2024
Historia

Los muchachos futbolistas: cómo fue el proceso de la lucha gremial de los jugadores

En su nuevo libro, el periodista Ariel Borenstein además indaga esos descuentos entre el primer peronismo y el fútbol . Los enfrentamientos que llevaron a la ausencia de Argentina en los mundiales de 1950 y 1954.

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¿Por qué, a pesar de lo que significaba el fútbol para la sociedad de la época y de la activa promoción del deporte que se hizo desde el gobierno, Argentina no participó de los mundiales de Brasil 1950 ni de Suiza 1954?¿Cómo se explica que Alfredo Di Stéfano, el primer crack global, el más genuino antecesor de Messi y Maradona, haya hecho su carrera en Colombia y en España y ya no volviera a jugar en su tierra?

En poco más de 200 páginas, el periodista Ariel Borenstein responde esas inquietudes y otras sobre el (des) encuentro entre dos pasiones populares: el peronismo y el fútbol.

“A fines de la década del 40 se abrió una crisis entre estas dos pasiones populares. Como resultado de ese desencuentro la selección argentina se ausentó de los mundiales del 50 en Brasil y del 54 en Suiza”, relata el autor de Los muchachos Futbolistas: la lucha gremial de los jugadores.

En 1931 los jugadores iniciaron un conflicto en busca de la libertad de contratación y cobrar un salario, ser trabajadores

“Eso es muy importante porque hay una cuestión de clase Si yo me quiero desarrollar como jugador, como deportista, no puedo laburar 8 horas en una fábrica, viajar 2 hs y entrenar. Tengo que vivir de esto”, expresó en diálogo con este medio Borenstein.

Este escenario propició a los clubes impulsar la profesionalización del fútbol. 

Boca, River, Independiente, Racing, San Lorenzo, Huracán, Estudiante de La Plata, Gimnasia, Vélez, Ferro, Argentinos, Lanús, Platense, Chacarita, Atlanta, Quilmes, Tigre y Talleres de Remedios de Escalada armaron una liga nueva que comenzó ese mismo 1931. 

“Lo que pasa que en un momento eso empalma con una necesidad de los clubes, que vienen creciendo, con una necesidad de desarrollar el fútbol espectáculo con el fútbol negocio”, agrega Borenstein.

El profesionalismo que nacía acababa con una concepción elitista del deporte, hasta entonces solo permitido para los que tenían tiempo libre.

En 1944, los futbolistas aprovecharon la ola de de sindicalización masiva impulsada por el Estado, con Perón a la cabeza de la Secretaria de Trabajo y que trajo consigo bajo el brazo el otorgamiento de reivindicaciones a los trabajadores como el aguinaldo y las vacaciones paga, entre otras; para dar el paso hacia adelante, dejar la mutual y convertirse en un sindicato: Futbolistas Argentinos Agremiados 

“El movimiento de los jugadores de fútbol se mantuvo en el plano gremial y se centraba en el reconocimiento de su sindicato, su carta de ciudadanía como futbolistas. Como artistas y proletarios”, describe el autor.  

“La sindicalización no era política-ideológica sino de sector, de hecho yo eso lo contrapongo con el sindicato de artistas que dirige el partido comunista y que hacían huelgas más políticas”, agrega en conversación con este medio. 

El paso dado en el 44 con la conquista de la inscripción gremial no se terminaba de cristalizar con la aprobación definitiva del sindicato, que se dilata. 

En 1948 los jugadores van a una huelga histórica que tiene su epílogo el 5 de abril de 1949 con la tan ansiada aprobación del gremio.

“A un año de la lucha que había empezado antes del arranque del anterior torneo pasado. El enfrentamiento culminó con el otorgamiento de la tan ansiada personería jurídica a Futbolistas Argentinos Agremiados por la cartera de Trabajo y Previsión, registrada con el número 121, el 11 de mayo de ese año”.

El fútbol en la concepción de Perón sobre el deporte.

En mayo de 1949, el presidente Juan Domingo Perón escribió un artículo en la revista Mundo Deportivo titulado “La gimnasia y los deportes”.

La nota brinda el marco de su concepción del lugar del deporte en su proyecto político de patria, de nación, de comunidad de hombres sabios y prudentes. 

“Hay que distinguir el ‘deporte espectáculo’ y el ‘deporte actividad’. El primero presupone diez que juegan y trescientos mil que miran , cuando lo ideal sería trescientos mil que jueguen y diez que miren”, reza parte del texto de Perón.

Y continúa: “La verdadera utilidad del deporte está en su práctica. Sin embargo, el espectáculo es también necesario porque educa, forma ambiente, ‘crea clima’ y estimula”.

Borenstein analiza sobre el final del libro: “Es que en aquellos años el fútbol y el peronismo no caminaron una senda común. Las páginas de gloria deportiva de aquel primer peronismo las protagonizaron el básquet, el atletismo, el automovilismo y el boxeo, por mencionar sólo algunos deportes. 

“No corrió la misma suerte el fútbol, la pasión dominical de esas masas trabajadoras que adherían al peronismo, un deporte pero también un lenguaje que encontraba vehículo específico en la explosión del cine popular, un juego plebeyo que tenía cruces con el tango. El fútbol argentino que en los 40 vivía su época de oro fue estacionado al costado del camino de la competencia internacional”, concluye el autor.

G.M.

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