martes 19 de marzo del 2024

Que vuelva Del Potro y abra la puerta

Argentina perdió en el dobles y necesita ganar los dos partidos ante Croacia. Será clave el nivel del tandilense. ¿Estuvo bien armado el equipo?

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Quedamos lejos. En un dobles muy influyente pero no decisivo. En un partido que se definió en el segundo set, que se complicó después de un primer set parejo y hasta con una leve ventaja nuestra pero que, a la vuelta de la historia, quedó lejos. Porque a quienes lo analizan todo a partir de las matemáticas finales siempre hay que recordarles que, hasta en las ciencias exactas, los recorridos hasta la ecuación final tienen variables.

En este caso, las variables fueron menores en el primer capítulo, sutiles en el segundo y de un trazo mucho más grueso en el tercero, clara consecuencia de lo que había sucedido en las dos horas de juego previas.

Cuesta asumirlo para quienes estamos aun ahora convencidos de que Del Potro y Mayer componen la mejor pareja de dobles que podemos presentar, pero Cilic y Dodig impusieron en tiempo y forma la jerarquía que les permitió derrotar este mismo año a dos de los mejores equipos del mundo, también en instancias sensibles del año copero.

En todo caso, una derrota en sets corridos habla en gran medida por sí sola.

A propósito de elecciones, hay un barullo pequeño aunque sonoro respecto de la formación ya no de este dobles sino del equipo argentino mismo.

Por un lado, estoy convencido de que no es momento de colgarse de las tetas del viejo y mediocre axioma futbolero de que, cuando se pierde, los que no juegan son siempre los mejores: poco me importa tener razón o no cuando lo que realmente vale la pena es que la Argentina gane la Davis.

Por el otro, me parece injusto desconsiderar la figura de Horacio Zeballos, a quien se expone como el gran ausente en virtud de su condición de muy buen doblista y mejor argentino ubicado en el ranking (45º, diez puestos por encima de Molteni y Duran, también argentinos). Es absolutamente legítimo preguntarse cualquier cosa al respecto; por suerte el tenis se ha convertido en un deporte lo suficientemente masivo como para que cualquiera opine lo que tenga ganas. Al margen, siempre es interesante que la opinión venga acompañada por el argumento menos refutable posible. Si no, es la nada misma.

Entonces, recordar las virtudes de Horacio es tan válido como recordar que tuvo la mala suerte de, después de haber disputado muy buenos dobles de Davis, pasarla mal ante Italia en Mar del Plata e Israel en Sunrise.

Lo que subyace desde algún sótano es que a Zeballos no se lo convocó por un viejo desplante público que hizo a Juan Martín del Potro después de la serie ganada a Alemania, en el Parque Roca. Es decir, se insinúan razones extradeportivas dando por sentado que Horacio debería ser número puesto.

De tal modo:

1. Se expone a Zeballos ante un tema sobre el cual él mismo pidió disculpas hace tiempo.

2. Se instala a Daniel Orsanic como un capitán sin poder de decisión, pese a las muchas tomadas este año, la gran mayoría acertadas. (Glasgow fue una lección que deberíamos haber aprendido.)

3. Se establece que en el equipo argentino hay gente que no está dispuesta a utilizar los mejores recursos para lograr el máximo objetivo.

Una vez más, como sucede con el seleccionado nacional de fútbol, los de afuera creemos que tenemos más ganas de ganar que los que juegan. Y que ellos no sufren las derrotas; nosotros, sí.

Me queda al respecto sólo una reflexión más. Imaginemos que, efectivamente, Zeballos no hubiese sido convocado por exigencia de Del Potro, cosa que algunos dan por sentado y otros nos negamos a considerar por lo torpe que sería (lo mismo se dijo cuando Mónaco quedó fuera ante Brasil, pero no se explicó por qué sí estuvo en Pesaro).

Imaginemos que, después de ganarle a Colombia en Barranquilla, Banega, figura aquella vez, hubiera ironizado sobre la ausencia de Messi. ¿A alguien le hubiera resultado tan absurdo dejarlo afuera para evitar rispideces respecto del mejor jugador del que disponemos? (Perdón, Ever. No tenés nada que ver con esto; es sólo una figura).

Ni siquiera entonces sería indiscutible esta teoría conspirativa que me parece entre disparatada e irrespetuosa.

Pido disculpas por semejante digresión. Pero por un lado entiendo que a algunos de ustedes podría quedarle la duda al respecto y, por el otro, lamento el lugar en el que terminan ubicando a Zeballos.

Por lo demás, la historia continuará con la ilusión algo resquebrajada pero aún viable. La mayor preocupación es que Del Potro recupere la energía que ayer no tuvo. Aun cuando mostró momentos de recuperación y fue bueno lo que hizo en la red, se lo vio como si hubiese tenido secuelas del estresante e insólito partido que jugó con Karlovic.

Un Del Potro recuperado y activo puede ganarle perfectamente a Cilic. Y abrir la puerta a un quinto punto en el que la idea original acercaría más a Mayer que a Delbonis o Pella para ser el rival de Karlovic.

Está difícil. Entre otras cosas porque para llegar a un quinto punto no sólo es necesario un gran Del Potro sino un Cilic algo más terrenal que el que jugó el último tramo del año. Es más. Aunque pareció que Dodig fue el más activo y versátil durante el dobles de ayer, Marin fue el dueño del toque de jerarquía en casi todos los momentos cruciales. Y ser partícipe de los tres puntos que le den a Croacia –y al propio Cilic– su segunda Copa Davis es un flor de estímulo.

Si fallara el plan de los muchachos de Zagreb, quedaríamos a la puerta de algo que muchos considerarían un milagro.

Entonces, recordaremos que, por mucho que hablemos de complot, esto sigue siendo deporte. Lo que, para el caso, sería igual en el caso de una derrota. Aunque con menos argumentos para refutarlo.

(*) Esta nota fue publicada en el Diario PERFIL.