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Desde que Boca logró su clasificación a las semifinales de la Copa Libertadores tras dejar en el camino a Racing, en lugar de tomar ese triunfo como envión anímico, el equipo de Jorge Almirón sembró más dudas que certezas para lo que se avecina.
¿Qué se le viene al club que está obsesionado con ganar la esquiva séptima Libertadores? Primero, Palmeiras, que de cara al choque de ida de este jueves en la Bombonera llega con una superioridad futbolística alarmante, pero que al mismo tiempo se sabe que en la Copa el cantar es otro.
Y como si eso fuese poco, entre medio de los enfrentamientos coperos con el equipo brasileño, el próximo domingo, otra vez en la Bombonera, aparece River en una nueva edición del Superclásico. Eso sí, ahí la historia pareciera ser más pareja ya que el Millonario también llega a los tumbos, pero que no puede descuidar bajo ningún concepto.
Ahora bien, está claro que está semana que afronta el equipo de Jorge Almirón no solo es la más importante del año, sino que también es de las más destacadas desde aquella seguidilla de clásicos con River en la temporada 2014 que, dicho sea de paso, terminó con festejos en Núñez.
Esa misma historia no querrá repetir Almirón que tiene doble responsabilidad, o hasta podemos atrevernos a decir, una triple responsabilidad. Primero y principal, tanto con Palmeiras como con River no se puede dar el lujo de “cuidar” o poner un equipo que no esté a la altura.
El mundo Boca exige eso, todo lo que jugas, lo tenes que ganar, o por lo menos, demostrar que competís, como su propio vice lo dijo ayer: “Nosotros jugamos para competir”.
Toma nota Almirón y los jugadores, porque la palabra de Riquelme es santa en el club y tiene un trasfondo, porque a su vez comentó, “es la semana que uno siempre soñó jugar”. ¿El mensaje? Los jugadores, puede disfrutar, pero deben saber que tienen que estar a la altura.
Sin desviarnos mucho más, las otras responsabilidades que tiene el entrenador es que no solo tiene que poner nombres por lo que ese nombre representa. Es decir, tiene que poner a los que mejor estén sin que le tiemble el pulso.
Y la tercera responsabilidad, que en el caso de salir airoso de una semana tóxica, no se pondrá en tela de juicio, pero lo cierto es que Boca necesita empezar a remontar el nivel futbolístico.
Este dato tiene dos aristas. La primera es que si Boca tiene una semana redonda y clasifica a la final y no pierde con River, si jugó bien o mal pasará a un segundo plano porque el objetivo está más que logrado.
En la vereda de en frente, si no logra los resultados, Almirón sabe que está entre la espada y la pared, porque desde aquella victoria, por penales, con Racing, Boca ganó solo dos partidos: con Almagro por penales en Copa Argentina y en un suspiro de brillantez, 3-0 con Central Córdoba.
Luego perdió dos y empató uno siendo estos resultados que hacen que su continuidad en el torneo local sea pura incertidumbre demostrando que no solo no juega bien, sino que tampoco encuentra resultados, que hace un tiempo parecía haberlos hallado.
Ahora bien, hablando de cómo equilibrar las cargas, por que es cierto, el tiempo entre un partido y otro es corto y le juega en contra al entrenador, el armado del equipo para ambas competencias no será sencillo.
No será sencillo por el hecho de tener en una mano el cuidado físico y en otro el cuidado futbolístico. Por eso, en la última práctica, Almirón metió mano pensando en Palmeiras y ya hay sorpresas.
El 11 que arrancó la práctica en Ezeiza fue: Sergio Romero; Lucas Blondel, Nicolás Figal, Marcos Rojo, Frank Fabra; Cristian Medina, Pol Fernández, Equi Fernández; Lucas Janson, Edinson Cavani y Luis Advíncula.
La ausencia más resonante es la de Valentín Barco. Si bien el Colo viene recuperándose de una lesión y aún busca encontrarse con su mejor versión, la realidad es que el juvenil es irremplazable. ¿Qué te da Barco? Criterio con la pelota, picardía y potrero, el pibe demuestra que en la cancha se divierte y no le pesa la situación a pesar de sus jóvenes 19 años.
Su lugar lo toma Janson, que es verdad, le da dinámica al ataque y viene dulce con el gol, pero no es lo mismo. El ex delantero de Vélez puede estar en el once, porque se lo ganó, pero no por Barco, son dos piezas absolutamente diferentes.
Luego otra ausencia que sorprende es la de Marcelo Weigandt que en los últimos partidos demostró orden en defensa, evolucionó en sus pases al ataque, además de una entrega especial por ser hincha del club en el cual juega.
Lo cierto es que esa pulseada es mucho más pareja, porque Blondel con los puñados de minutos que fue sumando demostró por qué llegó a Boca.
Por último, aparecen Advíncula y Cavani. El peruano no está siendo el de la fase de grupos de la Libertadores, pero el desgaste que hace también lo posiciona, como Barco, en la lista de irremplazables, en otros términos, pero importante al fin.
En cuánto a Cavani, sigue teniendo la pólvora mojada. Un gol en ocho partidos. Es cierto que su jerarquía habla por sí sola, pero lo que hoy necesita Boca es gol, que paradójicamente uno que venía alejado, pero parece que hizo un click por demostrar más voracidad en busca de él es Benedetto. Ahí el mano a mano también es parejo.
Incluso, ¿por qué no pensar en un doble nueve en algún tramo? Esa es una de las grandes cuentas pendientes del entrenador. Encontrar un frente de ataque temible y efectivo, como lo es, por ejemplo, Romero bajo los tres palos.
Luego en cuanto al ataque, el tercero en discordia es el Changuito Zeballos. Luego de sus lesiones, no fue el mismo. Incluso en la jerga del hincha se ha escuchado el término de una especie de “Pavonización” en Zeballos que pasó de que se la caiga el talento por los bolsillos, a estar atravesando un bajón futbolístico del cual no se puede despegar.
Respecto al medio, Medina y Equi se ponen solos, porque juegan de memoria e individualmente están a la altura de las circunstancias. En cambio, Pol no es el Pol que enamoró al hincha antes de su partida al Cruz Azul, pero su recambio natural, Campuzano, tampoco es una garantía.
De esta manera, Almirón tiene una ardua tarea porque en Romero tiene garantía, en la línea de fondo, más lo bien, encontró firmeza, en el medio si hay buena combinación de actores, fluye y en el ataque no encontró todavía la fórmula del gol y el tiempo aprieta.
Cuando desde los nombres parece que Boca tiene dos planteles, para armar dos equipos para cada competencia, lo cierto es que el entrenador no encontró un once de memoria que, dada las circunstancias, con los duelos de Palmeiras y River tan pegados, pueda ajustar alguna que otra pieza sin desmontarse por completo.
Así es entonces el desafío de cómo parar un once para tres partidos vitales con poco tiempo de descanso y de meditación es un desafío que puede dejar que Almirón encare fin de año con una sonrisa, o juntando sus cosas para dejar Boca, que es determinante, sos la llave del éxito o del fracaso, sin grises.
JP